Un recorrido turístico por algunos de los monumentos más bellos e históricos de Salas de los Infantes
En la actualidad el viajero rural busca pueblos con encanto, donde pueda disfrutar de una .buena gastronomía en alojamiento de calidad y donde pueda realizar actividades deportivas y culturales. Por eso los turistas rurales apuestan por aquellos municipios que han sabido conservar su historia, su cultura, sus tradiciones y también sus principales monumentos y calles así como sus edificios más emblemáticos e importantes. Salas de los Infantes se debe a su historia. Fue poblada por la tribu celtíbera de los Pelendones que ocuparon un castro en una colina hasta la llegada de los romanos. En el año 974 fue fundada por Gonzalo Gustios, señor de Lara y padre de los siete infantes de Salas.
Salas se divide históricamente en dos barrios; Costana y Santa María. En Costana encontramos la iglesia de Santa Cecilia, un pequeño templo gótico que conserva el muro románico occidental. Costana además conserva varias casas tradicionales con sus típicas chimeneas serranas y otros lugares y rincones de bella factura.
La subida a la iglesia de Santa María con sus tres sepulturas altomedievales, su pequeña placetuela y el templo de traza gótica componen sin duda uno de los rincones más bellos de la ciudad milenaria. Juan Ángel Benito Olalla recuerda que esa no fue la localización original de la metrópolis. Las tres tumbas fueron trasladadas allí en 1974 con motivo de la celebración del milenario de la fundación de Salas en el que se acondicionó la escalinata de subida a la iglesia. Proceden de la necrópolis del despoblado de Gozmediano, pueblo deaparecido en el término comunero de Ledanías del que participan Salas, Hacinas, Castrillo de la Reina, Monasterio de la Sierra, Castrovido, Terrazas y Arroyo
En 1614 Sandoval visitó el lugar y dice que «las casas de los Infantes están en medio del pueblo, en sitio llano, más las paredes son muy gruesas, de cantería, y cubos y saeteras a lo antiguo, muy desbaratadas». Menéndez Pidal visitó el lugar a fines del siglo XIX y así describe el lugar en 1896:«Hoy se conserva ya muy poco de los espesísimos muros; el único arco que se mantenía, cayó no hace muchos meses, y la yerba crece abundante por do solían andar tan nobles compañas, según dice la Crónica pintando las ruinas del palacio antes de que Mudarra lo restaurase espléndidamente.»