sábado. 23.11.2024
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En la Gastro Tasquita que coordina Mario Sanz en el local de Soria.
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Gustavo García Herrero.

Nos lo retrataba Gabinete Galigari con su “bares, qué lugares tan gratos para conversar”, y lo hemos podido comprobar con el paso del tiempo. Son los bares en las zonas rurales y en barrios urbanos espacios indispensables para la convivencia.

Un estudio realizado por la Asociación  Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales, y financiado por la Confederación Estatal de Hostelería, analiza el impacto de los establecimientos hosteleros de proximidad en la vida personal y comunitaria, así como las funciones que cumplen de cultura y sociabilidad.

“Con el  estudio hemos querido poner el foco en la parte positiva que tienen los bares”, comenta el coordinador del trabajo, Gustavo García Herrero, trabajador social, natural de Navaleno, y con una dilatada trayectoria en los servicios sociales, principalmente en Zaragoza y Aragón.

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Grupo en la terraza de El Portillo de Hontoria del Pinar.

El 85% de las personas usuarias de la hostelería tienen uno o más establecimientos habituales, que son algo más que “servicios” y que forman parte de su vida cotidiana. Esto cambia según el tamaño de la población. La mayor fidelidad se produce en poblaciones medias, las que cuentan entre 20.000 y 50.000 habitantes, según el estudio, en el que se constata que “según aumenta el tamaño de la población, disminuye el significado de los bares como servicio de proximidad”.

Son esos bares más tradicionales, con tapas, terraza, cafetería y restaurante, los que más favorecen la relación de proximidad, y los expertos coinciden en el carácter de los bares con una importante función de afianzamiento de relaciones, a los que, mayoritariamente, acuden acompañados, lo que pone de manifiesto el carácter relacional.

Recuerda García Herrero que en el ámbito del urbanismo social se da especial importancia al comercio de proximidad, y de ahí esa necesidad de “reivindicar ese papel fuerte de los bares u otros establecimientos”. Los datos del estudio han permitido establecer una mayor confianza vecinal, viendo los bares como espacios de construcción de ciudadanía. “Se perciben como espacios que contribuyen a la inclusión social, la seguridad de los barrios y a tener sentimiento de pertenencia, al mismo tiempo que evitan el aislamiento que viven solas o mayores”.

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En Muriel Viejo, en el bar de la Asociación San Roque en la pasada década.

CULTURA HOSTELERA

Los datos del estudio han permitido afianzar la idea de una cultura hostelera que va más allá de la gastronomía, “y se conciben los bares y restaurantes como lugares cruciales para la comunidad”.

El presidente de la Confederación Estatal de Hostelería, el aragonés José Luis Yzuel, afirmaba en la presentación del trabajo que “somos conscientes del fuerte peso económico de la hostelería, que aporta el 6,4% del PIB y da empleo a 1,8 millones de trabajadores, pero este este estudio pone en valor la importante función social de los bares”.

Yzuel expresaba lo que para muchos es una convicción generalizada, y “sabíamos que España se diferencia del resto de los países de nuestro entorno porque aquí forma parte de nuestra forma de socializar y nuestra cultura, y, en este sentido, los bares y restaurantes son espacios de convivencia y de disfrute y aportan a la integración y cohesión social”.

Gustavo García va más allá y constata, con los datos de la investigación, que “los bares abren posibilidades a la cultura”. Conocida es la visualización de los grandes eventos. Recuerdan en Navaleno como ya en el año 1969, la gente se acercó a aquel bar que ya disponía de televisor para seguir la primera llegada del hombre a la luna. Y ahí están las competiciones deportivas, en una estrecha relación “para establecer relaciones y estrechar vínculos”. Para los expertos, se hace difícil imaginar un espacio de convivencia de proximidad de vecindario en barrios o pueblos sin bares”.

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Tapa de El Cenador en una de las jornadas gastronómicas locales.

 

ESPAÑA VACIADA

De los 8.131 municipios que hay en España, 1.435 carecen de hostelería, lo que representa el 17,7 por ciento. En la comarca pinariega hemos vivido el cierre del único bar en algunos pueblos como Montenegro de Cameros o Huerta de Abajo. La mayoría son poblaciones que no superan los 100 vecinos censados, y en el trabajo no se ha encontrado ningún municipio de más de 500 habitantes sin establecimientos de hostelería de proximidad.

“Lo llamativo no es que un pueblo de 100 habitantes no tenga bar, sino que permanezca abierto”, comenta Gustavo García. Cubilla, Muñecas, Santa María de las Hoyas, Guijosa, Neila, Moncalvillo de la Sierra y Vadillo son un ejemplo de la permanencia de este servicio esencial.

La Comunidad de Castilla y León lidera el ranking de los municipios que no tienen bares, al ser también la región con mayor número de pequeñas localidades. En cambio, en Madrid, Murcia, Canarias y Baleares, todos sus municipios cuentan con servicios de restauración.

“Los bares son los últimos reductos contra la despoblación”, constata el trabajo, confirmando que estos establecimientos son “un servicio nucleador de la vida colectiva”.

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En el interior de El Bar Portillo.

 

La dimensión social de la hostelería es el fruto de una tarea colectiva. Un equipo de unas doce personas, con el sociólogo Luis Rondón García, al frente de la dirección técnica de la investigación, han invertido casi un año en un “análisis específico y riguroso sobre la dimensión social de estos establecimientos hosteleros”.

Hasta este momento habían visto la luz trabajos sobre el impacto económico o sobre el empleo de bares y restaurantes, pero “faltaba un estudio sobre el impacto y valor social y, por extensión, en todos los miembros de la comunidad”.

Preguntando a Gustavo sobre la relación entre servicios sociales y bares, él lo explica de una manera sencilla y convincente, y “al igual que la Sanidad no sólo se ocupa de los enfermos, sino de velar por la salud de una sociedad, así los servicios sociales no sólo atienden a las personas para evitar la marginación y pobreza, sino que se ocupan también de la convivencia positiva, y ahí es donde se valora el papel de los bares”.

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Presentación del estudio realizado durante estos meses.

 

Recuerda García Herrero, uno de los impulsores de los Centros de Acción Social (CEAS) allá por los años ochenta, cuando los técnicos “tenían el despacho en los bares”. Él también lo vivió en un barrio de Zaragoza. Sin embargo, hasta los barrios de las ciudades van perdiendo de forma progresiva ese bar de proximidad, y allí donde no existe, se han creado comunidades-dormitorio, más impersonales, y carentes de estos centros de encuentro y convivencia.

SIEMPRE INNOVANDO

Para el estudio sobre la función social de los bares se ha realizado una muestra con 1004 participantes. El muestreo ha sido no probabilístico, por cuotas de sexo, edad y Comunidades Autónomas. El campo se inició el 22 de marzo, y concluyó el 21 de abril de 2022, y las entrevistas se hicieron durante los meses de junio y julio, para ser completadas en el mes de septiembre.

El equipo de la Asociación  Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales “siempre estamos innovando”, comenta Gustavo, confirmando que lo que les falta es “dinero y tiempo”. La investigación ha supuesto un incentivo para seguir avanzando en estos trabajos, siempre con ese objetivo del servicio social permanente.

“Si le gusta la experiencia y vuelve otro día la oferta se amplía”, transmite Alejandro Robledillo, trabajador social y escritor, a lo que añade: “Prometemos saludarle por el nombre, sonreír ante su presencia, saber de antemano qué toma, le daremos consuelo en las derrotas y celebraremos juntos las victorias. Le recogeremos ese paquete si se ausenta, le fiaremos si dejó en casa la cartera. Se la custodiaremos si se le olvida en la mesa. En definitiva, pasará a ser parte de nuestra ilustre familia. Todo ello por el precio de un café”.

La función social de los bares, en el programa de radio, con Gustavo García, de Navaleno