SETENTA ANIVERSARIO DEL ACCIDENTE ELÉCTRICO DE VILVIESTRE DEL PINAR.
Autor: Melchor Peñaranda Redondo
La tragedia tuvo lugar entre las 12 y la 1 la noche del 10 al 11 de septiembre de 1952, el día siguiente a las fiestas de la Virgen de Septiembre que se celebraron los días 8 y 9 de septiembre. Es sin duda el acontecimiento más trágico de la historia del pueblo, junto con la detención de numerosos vecinos y el asesinato de 6 de ellos en septiembre de 1936, por la Guardia Civil y falangistas de Quintanar, Palacios y Canicosa.
Antes de entrar en el tema, considero conveniente aportar algunos datos sobre la llegada de la electricidad al pueblo, que probablemente son similares y casi simultáneos al de los otros pueblos de Pinares del Alto Arlanza. El 6 de diciembre de 1920 se discute una propuesta de suministro eléctrico de Crescencio Ayuso, vecino de Canicosa, desde su central de Quintanar y se decide ver las condiciones de suministro que ofrece Anselmo Poyo, que suministra ya a Palacios, desde su central de Los Vados. Finalmente se firma el contrato de hacer el tendido y suministro de electricidad con Crescencio Ayuso, que se compromete a poner un teléfono para comunicar con la Central, cosa que no cumplió. El suministro resultó sumamente defectuoso, por lo que tras varios avisos el 29 de octubre de 1922 se decidió rescindir el contrato por fallos continuos en el suministro y lo peligroso de la instalación, resuelto por vía judicial el 24 de febrero de 1923. Entre tanto se habían hecho las gestiones oportunas con Anselmo Poyo, vecino de Palacios, con el que se firmó el correspondiente contrato el 1 de julio. Se le pagaban 1.500 pts en cuatro partidas trimestrales de 375 pts. Pero el suministro seguía siendo muy deficiente e irregular y las instalaciones poco seguras. Los mayores decían que la luz se repartía a cazos y en las casas no había normalmente más que una o dos bombillas y que había que tener siempre a mano las velas o los candiles. El 5 de febrero de 1939 el pueblo encargó a un ingeniero una revisión del tendido y del alumbrado de las calles.
Los problemas debían ser similares en los otros pueblos, por lo que tras varias gestiones, el 3 de marzo de 1941, Regumiel, Canicosa, Quintanar, Vilviestre y Palacios firman un pre-contrato para hacer un nuevo tendido de suministro de energía con Soria Industrial- Saltos del Duero. Su ejecución se prolongó hasta 1945, al menos en el caso de Vilviestre. El 17 de junio se aprueba el pago de 40.250 pts a Soria Industrial, de ellas 24.000 por la parte del tendido correspondiente al pueblo y 16.000 de la parte a pagar entre los 5 pueblos. El 6 de mayo ya se tomó la decisión de rescindir el contrato con Anselmo Poyo y hacer otro con Soria Industrial. El 31 de diciembre se contrata con Pedro Marcos la atención del tendido y de la iluminación del pueblo por 3 pts diarias. . El 29 de marzo de 1952 se aprobó el reglamento del nuevo alumbrado público y privado. No he encontrado la fecha en que se inició el suministro de Soria Industrial
El 19 de octubre de 1947 tuvo lugar una reunión de Ayuntamientos en Salas para negociar el tendido telefónico. El 25 de junio de 1949, Vilviestre se compromete a pagar las 47.000 pts que le corresponden, del coste total del tendido de la zona de Pinares del Alto Arlanza, valorado en 310.000 pts. Para su pago se hizo un presupuesto extraordinario el 14 de abril de 1951. Por desgracia la línea no entró en servicio hasta el 18 de septiembre de 1952, 8 días después del desastre eléctrico, que tal vez pudiera haberse evitado o tener menores consecuencias de haber estado ya en servicio la telefonía, cortando el suministro eléctrico en el transformador de Quintanar.
La tragedia se debió a una subida de la tensión eléctrica, y al fallo del recién estrenado transformador situado frente a la casa de Abdón Chapero, un poco al oeste del juego pelota, que no saltó, interrumpiendo el paso de la alta tensión. Todos los cables tanto del exterior, como del interior de las casas, comenzaron a emitir chispazos y chisporroteos. Muchas personas que ya estaba en la cama se despertaron asustadas y aturdidas y para evitar el incendio de sus casas intentaron cortar el cable a la entrada de las mismas con lo primero que se les ocurrió: un hacho, una hoz o una cachava. Varios de los que utilizaron objetos metálicos o con partes metálicas sufrieron fuertes descargas que les provocaron serias quemaduras y a varios la muerte. Otros intentaron romper los cables de la luz en las calles, posiblemente con varas de madera o varas de gancho de las utilizadas para tirar ramas secas. La madera les salvó de la descarga, pero uno de esos cables caídos provocó la terrible muerte de Mariano García al pisar un cable cerca de su casa. La tragedia pudo ser mucho mayor de no vocear por todos lados que no tocaran los cables y salieran de las casas y por la rápida intervención del encargado de la luz Pedro Marcos, que yendo con otros en un camión, con gran riesgo para su vida, según los acompañantes, logró cortar la corriente en el transformador de Quintanar. Sin duda ello evitó los más que probables incendios de muchas casas y sobre todo los riesgos de más desgracias personales. El fue el gran héroe de la trágica noche y bien se merece nuestro recuerdo y agradecimiento, para orgullo de sus hijos y nietos.
Al citar las 6 víctimas mortales, añadiré también los nombres de sus mujeres e hijos, que quedaron totalmente desamparados económicamente y quedaron expuestos a unas condiciones aún más duras que las que ya tenían la mayoría de los vecinos. Varios huérfanos tuvieron que marchar del pueblo a buscar trabajo como pastorcillos, y a los que quedaron les tocó comenzar a trabajar antes, abandonando a menudo la vida escolar que por su edad les correspondía. Y todo ello con el trauma insuperable de la muerte inesperada de su esposo o padre. Seguiré un orden topográfico, desde el barrio de las Eras hacia el barrio San Roque. Los 5 primeros vivían en el Barrio San Martín, y de ellos los tres primeros en la zona del Alto las Eras y el último en el Barrio San Roque.
Manuel Peñaranda Marcos, de 30 años, casado 3 años antes con Nicolasa Zuázquita Chapero, de 30. Tenían dos hijos: Martina, nacida de 5 años y Francisco de 2.
Pedro Rubio Redondo, “Petaco”, de 56 años, casado en segundas con Estefania Gómez Moral, de Castrillo, de 45 años. Tenía una hija de su primera mujer, Benita de 27 años y 7 de la segunda: Gregorio de 20, Moisés de 17, Alberto de 15, Santiago de 12, María de 7, Pedro de 5 y Julián de 2.
Domingo de Pedro Martínez “Picón”, de 48 años, casado con Justina Mediavilla Mediavilla, de 44. Tenían 5 hijos: Jesús de 24, Victoriano de 20, Emilia de 15, Fidel de 12 y Natividad de 8.
Mariano García Redondo, hijo de Simplicio García Blanco y Juana Redondo Abad, de 26 y soltero. Pisó un cable que se le enrolló en las piernas y lo sacudía como un látigo, elevándole por el aire.
Antonio Ureta de Pedro de 34 años, natural de Canicosa. Se había casado poco antes con María Mediavilla Mediavilla, “la China”, de 35. No tuvieron hijos. Vivián con ellos Juan José de 16 años, hijo de María y Arturo, hermano de Antonio, de 2, que se casó poco después con Adoración Para.
Gregorio Domingo Pablo, de 53 años, casado con Florencia Delgado Benito, de 45. Tenían 6 hijos solteros: Damián de 21, Luisa de 19, Teodomiro de 17, Gregorio de 15, Graciano de 13 y Simón de 10. La hija mayor, Marcelina, estaba recién casada.
El impresionante entierro tuvo lugar el día 12, con asistencia de las autoridades provinciales y comarcales y de multitud de gente del pueblo y de los pueblos vecinos. La noticia fue publicada en la prensa provincial con detalle y de pasada en la nacional y fue recogida en el NODO.
La documentación municipal recoge el accidente, el funeral, la concesión de ayudas municipales a las familias de las víctimas, así como el inicio de reclamaciones a Soria Industrial, con la petición de una indemnización y la rápida reparación del transformador y las instalaciones. La Delegación de Industria emitió un informe, según el cual las reparaciones debían ser costeadas a partes iguales por Soria Industrial y por el Ayuntamiento, a lo que se negó rotundamente el Ayuntamiento el 21 de marzo de 1953. Al parecer, no sé si por acuerdo entre las partes o por sentencia judicial todos los costes de reparación corrieron a cargo de Soria Industrial, como correspondía en estricta justicia.
Más complejo debió resultar el pago de indemnizaciones a los familiares de las víctimas. El Ayuntamiento y las víctimas nombraron un abogado. El 14 de diciembre de 1952 tuvo lugar una reunión con los responsables de la empresa en Salas. Es probable que, dada la precaria situación de las familias afectadas, éstas se vieran obligadas a conformarse con las injustas indemnizaciones ofrecidas por Soria Industrial, a pesar de que todos las consideraban muy bajas. El 14 de marzo de 1953 se hizo el reparto de las indemnizaciones, que al parecer no fueron a partes iguales entre las familias de las 6 víctimas, sino con una parte común a todos y otra variable según el número de hijos. También cobraron pequeñas indemnizaciones y los costes médicos varias personas que sufrieron quemaduras, entre ellas Palmira de Rioja.
La Voz de Pinares publicó un artículo mucho más documentado, seguramente basada en la información de la prensa, de las actuaciones administrativas y judiciales y en los recuerdos de los familiare, en fecha que no recuerdo, pero que bien pudo ser con motivo del 50 Aniversario de la tragedia.