El departamento de Educación que dirige Rocío Lucas apuesta por promover las metodologías activas, es decir, aquellas en las que alumnado construye su propio aprendizaje, guiado y orientado por el profesorado, y la utilización de espacios formativos fomentando el espíritu innovador, especialmente, en los centros de ámbito rural. En ocasiones, estos colegios no pueden optar a proyectos de innovación en concurrencia competitiva con centros de localidades de mayor población y experiencia.
La Consejería de Educación pone en marcha este curso el nuevo Proyecto de Innovación Educativa (PIE) ‘La vida rural, una escuela de vida’ que promueve la transformación de la enseñanza para adaptarla a las nuevos contextos y necesidades y contribuir al mayor y mejor desarrollo de las competencias clave del alumnado de zonas rurales en la sociedad del siglo XXI. Para esta primera convocatoria, se ofertan 18 plazas, dos por provincia, para centros situados en localidades con un máximo de 5.000 habitantes.
La iniciativa está planteada para desarrollarse a lo largo de dos cursos académicos, 2023-2024 y 2024-2025, e incluye una fase formativa, una fase de colaboración y trabajo en equipo, una fase de diseño y aplicación del proyecto y una fase de intercambio de buenas prácticas y evaluación. De este modo, se conseguirá una aumento de la innovación educativa entre el profesorado, con la implementación de metodologías activas que conduzcan a la elaboración de proyectos, la inclusión, el aprendizaje colaborativo y el uso creativo de las TIC; donde el contacto con la naturaleza y la implicación de las familias serán dos elementos esenciales.
En definitiva, la Consejería de Educación considera que esta iniciativa es especialmente factible en los centros de ámbito rural debido a las oportunidades para poder llevar a cabo actuaciones de transformación educativa. Dos aspectos esenciales y vertebradores de este nuevo PIE serán, por un lado, aprovechar las posibilidades que ofrecen los entornos naturales para promover un aprendizaje significativo y que el alumnado aprenda conceptos curriculares exportando el aula al entorno rural de su centro; y, por otro, lograr la complicidad de las familias para hacer de la vida rural una escuela de vida.