TURALBUR se opone a la intención de autorizar casas rurales en municipios de hasta 10.000 habitantes
La Asociación de Turismo Rural de la provincia de Burgos (Turalbur) se opone y no comprende la intención de la Junta de Castilla y León de ampliar a municipios de más de 10.000 habitantes donde puede establecerse un alojamiento de turismo rural.
En la actualidad un alojamiento rural solo puede ubicarse en municipios de menos de 3000 habitantes. La Junta alega una importante demanda de alojamientos de turismo rural por ser garantía de calidad del servicio y contar con instalaciones y prestaciones adecuadas a las necesidades actuales de los turistas y al tipo de ocio que demandan, vinculado al medio natural, según el comunicado de Turalbur.
Si bien es cierto que existe un amplia demanda de alojamientos de turismo rural, esta se focaliza en momentos muy concretos (Semana Santa, puentes, semanas centrales de verano y fines de semana de primavera y otoño) lo que dificulta mucho la gestión profesionalizada y la rentabilidad de los negocios. Una ampliación de las posibilidades de apertura de establecimientos de alojamiento rural en más localidades redundará en los índices de baja ocupación y pondrá en peligro la supervivencia de los ya existentes.
Turalbur considera necesario actualizar los datos de que la propia Junta de Castilla y León en su portal web recoge sobre el Turismo en Castilla y León. Así, por ejemplo, en el primer trimestre de 2023 la ocupación medía de los alojamientos rurales ha sido del 9,48%. Pero este problema de baja ocupación va más allá de datos estacionales asociados al invierno, así, por ejemplo, la ocupación media en 2022 fue del 17,28%, es decir más del 80% del año los alojamientos actualmente operativos están vacíos.Estas cifras no son circunstanciales puesto que existe una tendencia decreciente respecto a los datos de ocupación, así en el año 2000 se alcanza el 20,88% que se hunde hasta un 13,3% en los años más nefastos de la crisis iniciada en 2008. Sin embargo la cifra de alojamientos de turismo rural y plazas disponibles ha seguido la evolución contraria, de 563 alojamientos en el año 2000 hemos pasado a 4156 actualmente, y aunque las pernoctaciones también han aumentado, la correlación entre alojamientos y usuarios como hemos visto en los datos de ocupación no se acompañan.
Todos estos datos, y según Turalbur, deben llevar a una reflexión totalmente contraria al espíritu de la reforma legislativa, el turismo rural ha de ser un sello de calidad, que garantice unos estándares altos de atención, un cuidado entorno y una experiencia positiva del usuario que le invite a repetir.
En conclusión la alta demanda de alojamientos de turismo rural que se alega en la exposición de motivos se aleja de la realidad cuando se hace un pequeño análisis de los datos recopilados por la propia Junta de Castilla y León.
Por otra parte en la misma exposición de motivos se recoge la siguiente afirmación; "se constata que la mayor parte de los municipios de Castilla y León cuentan con una población de hasta 10000 habitantes. Estos municipios tienen un carácter eminentemente rural por el tipo de actividades que desarrollan, y su arquitectura es respetuosa con la tradicional de la zona."
Para la Asociación de Turismo Rural de Burgos, calificar de rural núcleos urbanos de hasta 10000 habitantes como eminentemente rurales es desconocer la realidad social de nuestro territorio. Estos municipios ejercen en la actualidad de centros de servicios para varias comarcas, ya concentran actividades económicas que garantizan su viabilidad y una cierta tendencia a absorber población de su entorno. Además es falsa la referencia una "arquitectura tradicional respetuosa" cuando en su mayor parte son núcleos urbanos con desarrollos arquitectónicos de los años 70, 80 hasta la actualidad, con amplias zonas de bloques de viviendas en altura y más recientemente urbanizaciones en extensión con viviendas adosadas y chalets, que se alejan completamente de la arquitectura tradicional de ámbito rural en Castilla y León.
Desde Turalbur se plantean que etiquetar como rural los alojamientos en estos espacios urbanos generará confusión en nuestros potenciales clientes, con un impacto negativo en sus expectativas que llevará a degradar la marca de turismo rural asociado a la marca de Castilla y León.