El historiador arauceño Alfonso Benito Rica nos invita a leer como modo de diversión y evasión durante el confinamiento
El economista, investigador e historiador de Arauzo de Miel nos invita a leer un interesante artículo sobre el segundo centenario del Trienio Liberal (1820- 1823) y el de los primeros ayuntamientos constitucionales en España.
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El 3 de abril de 2020 se cumplen 200 años del juramento de la Constitución liberal en la villa de Aranda de Duero. La Gaceta de Madrid cubrió ampliamente la noticia y las disposiciones tomadas por su alcalde constitucional D. Juan Ángel González de Navas, abogado de los Reales Consejos y natural de Araúzo de Miel. Este personaje histórico es imprescindible para entender la evolución de la sociedad burgalesa durante la Guerra de la Independencia contra los franceses (1808-1813), luchando junto a otros patriotas el “Cura Merino” o “El Empecinado”. Posteriormente una sucesión de guerras civiles dividió a los anteriores patriotas en dos bandos, dando lugar a los denominados constitucionalistas como Juan Ángel González de Navas y a los realistas al mando del Cura Merino como principal jefe en Burgos. Ambos personajes llegaron a ser enconados enemigos durante el Trienio Liberal (1820-1823) y la 1ª Guerra Carlista (1833-1839). Terribles guerras civiles que destrozaron familias y arruinaron económicamente una ya de por sí precaria economía burgalesa.
La biografía de este singular personaje en la historia arandina fue escrita por, el también arauceño, Alfonso Benito Rica con el título: “El arauceño Juan Ángel González de Navas, alcalde y juez de Aranda de Duero (1774-1842)”, publicada por la Concejalía de Cultura del Excmo. Ayto. de Aranda de Duero en la revista Biblioteca 33 en el año 2018: “A muy temprana edad viajó regularmente a Aranda de Duero desde Araúzo de Miel por las vinculaciones de su familia con el convento de las madres Bernardas y los negocios familiares. Su vinculación con Aranda de Duero fue más intensa al fijar aquí su residencia para el ejercicio de la abogacía (1800), llegando a ser Alcalde (1820) y Juez de Primera Instancia (1822); salió para el exilio (1823), regresando nuevamente a Aranda de Duero como Juez de Primera Instancia (1834); partió definitivamente por su promoción como ministro en propiedad de la Audiencia Territorial de Cáceres (1841)”. También fue Juez de Primera Instancia durante un corto periodo de tiempo en Araúzo de Miel y en Ayllón en 1821.
El personaje histórico atrajo también la atención del Foro para el Estudio Militar de España por su faceta militar al mando de una partida armada constitucionalista contra las tropas realistas del Cura Merino en 1821, quien también editó la biografía en Cuadernos del Bicentenario nº 35 de abril 2019: “Su ideología manifiestamente liberal fue la causa que le llevó al exilio (1823), su regreso fue posible gracias a una amnistía (1833), siendo rehabilitado en su carrera profesional (1834) en el Juzgado de Aranda de Duero. Por si su intensa vida no hubiese sido en sí misma lo suficientemente interesante, o quizá por esta razón, también fue personaje de una novela histórica por obra y gracia de Pío Baroja (Con la Pluma y el Sable); el personaje histórico se mezcla con el de la ficción literaria para entrar en la leyenda de los personajes barojianos, pero el personaje histórico tuvo una existencia realmente vivida con suma intensidad y apenas conocida. Entre poco y nada ha quedado en los archivos arandinos de su ilustre vecino, pero podemos recomponer en lo esencial la biografía de este personaje burgalés, gracias a su rastro documental en otros archivos”.
El Ayuntamiento constitucional de Aranda de Duero, con Juan Ángel González de Navas como Alcalde constitucional y Eugenio de Avinareta de Regidor primero, tuvieron que hacer frente en diciembre de 1820 a una confabulación del Procurador del común, Joaquín de Rojas, quien envió un escrito a la Diputación Permanente de las Cortes solicitando en nombre del Consistorio la reconstrucción de los conventos destruidos durante la invasión francesa en Aranda de Duero y la restitución de las propiedades desamortizadas. Según el Alcalde y el Regidor era una solicitud manifiestamente ilegítima por realizarse al margen de los acuerdos de los plenos de la Corporación. Además, acusaban de haber una clara intención de beneficiar económicamente al obispo de Osma en detrimento de los arandinos; alegaron una coincidencia sospechosa de intereses personales, al ser Joaquín de Rojas esposo de la sobrina del presbítero Manuel Cotorro, quien a su vez era secretario del Obispo de Osma. La sarcástica afirmación con que acaba la carta da fe del bando político del alcalde y de su primer regidor: “Los religiosos individuos del ayuntamiento de Aranda, autores de tan piadoso fin, consideran sin duda más útil tener una reunión de frailes en la constitucional villa de Aranda, que un buen maestro que eduque a sus hijos; prueba de esta aserción es que habiéndose clamado altamente por Navas y Avinareta que se pidiese a V. E. la aplicación de arbitrios para el establecimiento de dos buenas escuelas de niños, y otras dos de niñas, se opusieron abiertamente, y pretendieron que con 300 ducados se pusiese a un fraile que educase a la juventud”. Es de destacar la preocupación de la escolarización infantil, especialmente el de las niñas. El analfabetismo era muy común, y aún más en el caso de las niñas. El cambio de una época se avecinaba en lo político y religioso, lamentablemente la palabra y el dialogo con que se pudiera haber llegado a un acuerdo quedaron perdidos ante el estruendo de las armas y el olor a pólvora.
Juan Ángel González de Navas solicitó en diciembre de 1820 armar una fuerza de voluntarios para la zona de La Ribera del Duero con 50 hombres a caballo y 100 infantes, todos al mando del brigadier Juan Martín “El Empecinado”, quien gozaba de gran fama en La Ribera. El ministerio de Gobernación accedería a enviar al segundo batallón del regimiento de Sevilla. La falta de soldados suficientes para la defensa de la Constitución influiría en Juan Ángel González de Navas para encabezar una partida de 14 voluntarios armados a su costa para detener a unidades realistas del Cura Merino, quién trataría de reclutar mozos de La Sierra Burgalesa-Soriana y La Ribera del Duero para defender la causa realista. Pero esto ya sería otra historia cuyo bicentenario corresponderá en otro momento.
La Gaceta de Madrid finaliza la noticia relatando cómo fueron dispuestas las celebraciones por el alcalde Juan Ángel González de Navas: “Por la tarde se proporcionaron algunas diversiones para el público, y por la noche hubo iluminación general y refresco”. Todo esto ocurrió un 3 de abril de 1820, hace ahora 200 años.
El 3