La linternada en Cabrejas del Pinar: Un símbolo de protesta y resiliencia
La comarca de Pinares Burgos-Soria, es un reflejo palpable del fenómeno conocido como "La España Vaciada". Esta región, caracterizada por sus extensos bosques de pinos, su riqueza natural y su patrimonio cultural, enfrenta desde hace décadas un proceso de despoblación que ha transformado profundamente su tejido social y económico. Pinares ha visto disminuir su población de manera constante, especialmente desde mediados del siglo XX. La falta de oportunidades laborales, combinada con la migración de los jóvenes hacia ciudades más grandes en busca de empleo y estudios, ha dejado a los pueblos de esta zona con una población envejecida y una natalidad casi inexistente.
Este declive demográfico ha tenido consecuencias directas en la vida cotidiana de los habitantes. La reducción de servicios públicos, como el cierre de escuelas, consultorios médicos o la falta de transporte público, ha incrementado la sensación de aislamiento. Los comercios locales luchan por sobrevivir en un contexto de poca demanda, y las infraestructuras, en muchos casos, han quedado obsoletas o deterioradas por la falta de inversión.
Desde la Asociación Verenzuela, de la localidad soriana de Cabrejas del Pinar, han hecho un llamamiento para que la población sea consciente de esta situación. En verano los pueblos se llenan de gente que busca la tranquilidad, visita los parajes y disfruta de las rutas y lugares que le brinda la comarca. Sin embargo, los pueblos existen los 12 meses del año, de los cuales, más de la mitad, están vacíos. Subsisten gracias a los pocos habitantes que aún viven, resisten y trabajan allí, para evitar que estos mueran.
Por eso, el día 20 de agosto los miembros de la organización cabrejana invitaron al resto de habitantes del municipio y a los de los pueblos vecinos a protestar por ese estado de carencia a través de la iniciativa “Que no se apague la luz de la España Vaciada”. A las 20:00h de la tarde se reunieron aproximadamente 150 personas en la plaza mayor de Cabrejas y a las 20:30h pusieron rumbo a su destino, el paraje de “El Pico”. Una vez allí leyeron un manifiesto y tras la caída del sol se encendieron todas las linternas. Un momento de reflexión en el que se demostró que no se deben olvidar los pueblos, no hay que dejar que se apague su brillo. El futuro de la comarca depende en gran medida de la capacidad de sus habitantes y autoridades para revertir el proceso de despoblación y convertir sus debilidades en fortalezas.