Estamos asistiendo a un periodo de profunda transformación. Una transformación derivada de una nueva revolución tecnológica.
Es la revolución de la Digitalización, la Híper-Conectividad, y la Automatización, caracterizada por el despliegue de una conectividad masiva, tanto de las personas como de las “cosas”, y combinada con el procesamiento de datos (big data/data analytics), la inteligencia artificial, así como la virtualización y cloudificación; y que pronostica un consumo creciente y masivo de capacidad de datos y la necesidad de redes ultra-fiables, ultra-rápidas y extremadamente flexibles, lo que nos lleva al desarrollo de un nuevo paradigma de redes de telecomunicación.
La nueva generación móvil 5G se enmarca dentro de esta profunda transformación socioeconómica, y es, de hecho, su ejemplo más palpable. La conectividad, digitalización y automatización que proporcionará 5G permitirá el soporte de múltiples casos de uso, todos ellos tremendamente disruptivos: desde servicios demandantes de muy alta capacidad de transmisión, tales como streaming de video de 360º, Realidad Virtual Inmersiva o Realidad Aumentada, pasando por los servicios de conexión masiva de dispositivos y sensores para el desarrollo del internet de las cosas (IoT), así como los servicios de muy baja latencia y gran fiabilidad, tales como telemedicina, vehículos autónomos o internet táctil, entre otros.
Este es el gran reto que tenemos enfrente. Y es, sin duda, una gran oportunidad pero también una gran responsabilidad. Porque la brecha digital es una realidad, especialmente