“Llevábamos más de 40 días sin ver la lluvia. Estos dos últimos años han sido un auténtico esperpento meteorológico”

-    ¿Cómo y cuándo comenzó su pasión por la meteorología?
La primera vez que tengo recuerdo de un fenómeno meteorológico fuerte fue en enero del 78, tenía yo apenas diez años, cuando cayó una nevada fortísima. Me llevó mi padre a la escuela rodeado de montañas de nieve que eran más altas que yo. Fue la mayor nevada que recuerdo que haya caído aquí en la zona, un metro de nieve en un solo día. Eso me impactó bastante, y si a eso le sumas que a mis hermanos mayores también les gustaba la meteorología, se mezclaron un poco ahí los ingredientes para que a mí me comenzara a entrar el gusanillo.

-    ¿Por qué ha crecido tanto la afición de mandar fotografía a la televisión?
Se ha digitalizado todo y al simplificarse bastante los medios se ha conseguido que mucha gente se aficione a la fotografía, sobre todo de naturaleza y meteorológica que es una de la que más gusta por ser de las más accesibles. De ahí se ha pasado a que todos los programas del tiempo han ido dando cada vez más espacio a las fotos de la audiencia, porque es algo que gusta y llama la atención a mucha gente. Yo empecé sobre el año 2009 a mandar fotografías a el tiempo de TVE y desde entonces habré mandado entre 3.000 y 4.000 fotografías.

-    ¿Por qué lo hace y qué le dicen los vecinos?
En mi caso, además de porque me gusta, lo hago porque creo que es una buena forma de hacer publicidad de mi pueblo, de la mejor manera posible mostrando paisajes y fenómenos meteorológicos. Estamos en una zona muy peculiar con paisajes que no se ven en otras zonas. Y eso llama la atención y mucha gente se queda con el nombre del pueblo y acaba viniendo a visitarlo. Los vecinos por su parte, al principio estaban muy emocionados de ver Duruelo en la televisión. Ahora, como han salido tantas fotos, ya están más que acostumbrados y lo ven como algo casi normal. Pero creo que en el fondo sí les gusta. 

-    ¿Cuántos seguidores tiene en las redes sociales?
En Twitter unos 1.500 seguidores y en Facebook muchos menos porque he comenzado hace muy poco. 

-    ¿Cuánto tiempo le quita este hobbie?
Sobre todo son los fines de semana cuando dispongo de más tiempo libre. No lo veo como algo que me quite tiempo ya que lo hago mientras voy al monte a andar, que es algo que me gusta mucho hacer. Además no me supone un esfuerzo ya que en el 95% de las ocasiones utilizo el móvil para hacer las fotos y no tengo que llevar una cámara que me pese. Normalmente, viernes por la tarde, sábado y domingo suelo mandar fotos a televisión porque esos días siempre hago rutas. Sobre todo suelo ir a Urbión que es donde mejores vistas hay y mejores puestas de sol. A diario, lo que hago es llevar un control de las temperaturas a través de la estación de Meteoclimatic que tengo colocada. 

-    ¿Cree que ha cambiado mucho el tiempo en Pinares en los últimos años?
Estos dos últimos años han sido un auténtico esperpento meteorológico si se compara con la media de los últimos treinta. El otoño pasado fue sequísimo y a finales de enero todavía no había nevado casi nada. Estaba el monte como en agosto. Al mes siguiente hubo precipitaciones muy intensas… Es decir, valores muy disparatados o bien por defecto o bien por exceso. Este año continúa el esperpento meteorológico y cada mes es una sorpresa. Las previsiones, aún con el índice de fiabilidad escaso, hablan de temperaturas en octubre por encima de la media y pocas precipitaciones. Y se habla de noviembre y diciembre con precipitaciones por encima de la media, lo cual sería bastante bueno porque las fuentes del Duero están secas y el pantano de la Cuerda del Pozo está con poquísima agua. Llevábamos más de 40 días sin ver la lluvia. 

-    ¿Cree que Duruelo es el pueblo más frío de España?
El más frío no, pero uno de los más fríos sí. Se juntan muchas cosas que hacen que se den temperaturas muy bajas. Conjuga estar en el fondo de un valle a 1.200 metros, conjuga una latitud alta 42º latitud norte y una continentalidad muy acusada que lleva a que se produzca un efecto valle, en el sentido en el que las inversiones térmicas son absolutamente espectaculares. Un pueblo que puede dar heladas prácticamente todos los meses del año.