"Mis vecinos me saludan, me abrazan y me quieren y ese es desde luego el mejor regalo que puedo tener"
William Shakespeare acertaba al decir que es el destino quien baraja las cartas de nuestra vida pero somos nosotros los que jugamos la partida. Fue el destino quien hizo que Jesús García González naciera un caluroso 20 de junio del año 1941 en la ciudad milenaria de Salas de los Infantes. Fue el cuarto hermano junto a Esther, Joaquín y Paquita del matrimonio formado por Ambrosio y Anunciación. Su infancia transcurrió en los peores años de la posguerra española. Vivió la época de las carencias y el racionamiento. Sin embargo, el día a día de su barrio era alegre y feliz. Después del colegio nos pasábamos las tardes jugando. A los tres navíos, a la pita, al chorro morro o al cinco contra cinco. Del cole me quedo con aquella enciclopedia que lo sabía todo y con Don Justo. Ese si fue un maestro excepcional. Cariñoso, agradable, simpático y muy buena persona. También guardo un recuerdo especial de Don Evaristo, el practicante. Creo que por su forma de ser y también por aquellos pinchazos tan bien daos. Eso lo hacía como nadie.
En aquella época, muchos chavales de los pueblos, comenzaban a trabajar muy pronto. Por eso, con la llegada de la adolescencia al cumplir los 14 Jesús decidió buscarse las castañas y comenzar a trabajar para ganar sus primeras perras y poder ser así independiente. Su tío Daniel, el “Hojalatero”, le cogió de aprendiz para enseñarle un oficio que en aquella época dejaba muy buenos cuartos. Hacían canalones, candiles, faroles y todo tipo de recipientes. Todo al gusto del cliente. Un año después, decidió probar suerte y emprender una nueva aventura lejos de casa. Así es cómo llegó hasta Miranda de Ebro para trabajar en el famosísimo Hotel Neguri de la localidad burgalesa. Era el botones, el mozo y el conserje de noche. Vamos, el chico para todo. En aquella aventura me acompañaron María del Carmen Izquierdo Palacios, Eliseo, Alonso, Vicario, Mi prima Felisa y Jesús Contreras. Para no confundirme con el maestro Contreras al final todos decidieron un nuevo nombre para mí, el “Chupi” Un apodo cariñoso que me ha acompañado toda mi vida. Su etapa en Miranda duró dos años. Decidió regresar de nuevo a Salas donde aprendió el oficio de fontanero con Carlos Merino de la Peña. Cumplidos los 22 y en lo mejor de la vida fue llamado a filas. Hizo la mili en los cuerpos especiales de Aviación en Zaragoza y Logroño. Trunco algunos planes, esa es la verdad. Después comencé a trabajar en CAISA, una empresa de calefacción y saneamientos en el Hotel Arlanza de Covarrubias. Fue otra etapa maravillosa que al final me llevó a Burgos, donde también estuve construyendo viviendas, un sector en auge en aquellos años en la capital.
Jesùs junto a Contreras animando un partido de fútbol del Club Polideportivo Salas
Con tan sólo 26 años Jesús comprendió que había llegado su momento y se aventuró a emprender. Fue en 1968 cuando decidió dar el gran paso de su vida al casarse con su gran amor Concepción Martínez Barriuso. El matrimonio vivió una época de gran felicidad. Así es cómo fueron llegando los niños. Hugo el mayor, Anunciación, Cristina y Nuño, el más pequeño de los cuatro. En 1972 el Ayuntamiento de Salas sacó una oposición buscando un policía local para la ciudad. Jesús no se lo pensó dos veces y tras prepararse en Valladolid consiguió la plaza. Julián Ruiz era el alcalde en aquel momento, una de las épocas más bonitas y productivas de la historia de Salas. Era el policía local, conducía las ambulancias y además colaboraba como bombero. Recuerdo mucho mis andanzas con A Félix, Bengoechea, Víctor Santamaría y Domingo Esteban. Éramos grandes amigos, casi como hermanos, esa es la verdad.
Chupi preparando una caldereta con el que fuera alcalde de Salas Romualdo Pino
En 1975 se aprobó una nueva ley por la cual los pueblos con menos de 5000 habitantes no podían tener policías locales. Sin embargo, debido a su profesionalidad, el consistorio de Salas mantuvo a Jesús en el puesto. El “Chupi” además fue agente judicial. Tuvimos que meter a muchos delincuentes en la cárcel. Casi siempre por reyertas, estafas, robos y a veces por muertes. Era una cárcel preventiva y yo siempre estaba a las órdenes del juez. Fue una etapa bastante dura de mi vida en la que corrí peligro real muchas veces.
Al cumplir 58 años Jesús pasó a ser el jefe de Obras del Ayuntamiento. Fue la época en la que se construyó toda la red de distribución de aguas y también gran parte de las calles más importantes. Hicimos también casi todas las fuentes de Salas. Algunas de enorme belleza como las de la Calle Palacio y la que está en frente del Bar Julio. Por desgracia hoy no funcionan y sería importante volverlas a arreglar porque contribuían muchísimo a embellecer nuestro pueblo. Además, me encargué durante mucho tiempo de los fuegos artificiales. Un día, tirando los juegos japoneses con juguetes, la pólvora cayó en la caja y una chispa hizo que se encendieran. Me tiré por el templete rodando para apagar la llama y afortunadamente no tuve quemaduras de importancia. A partir de entonces impuse mi ley para que algo así no volviera a suceder jamás.
Jesús junto a Rafael Martínez en la terraza del Bar Ferrari en Salas de los Infantes
Que el fútbol es el deporte rey está fuera de toda duda. El escritor Jhon Anthony Burgess Wilson lo definía así: “cinco días son para trabajar, como dice la Biblia. El séptimo día es para el señor, tu Dios. El sexto día es para el fútbol. Jesús siempre fue un gran aficionado al deporte de deportes. Era sobre todo el fútbol local el que despertaba sus grandes pasiones. Tuvo la inmensa fortuna de dirigir exitosamente al promesas del Club Polideportivo Salas cuando militaba en la Tercera División. Fueron años maravillosos de un club muy potente deportivamente hablando que dirigía maravillosamente entonces el “Chato”. Muchos de nuestros jugadores eran de fuera. Siempre se venían conmigo. Creo que los bocadillos que les daba estaban cojonudos. Recuerdo mucho a Josito, Lorenzo o Teresito. Y también aquellas rifas que nos servían para financiar las trampas del club, que haberlas las había.
Jesús con Nico, un gran amigo
Los super héroes no llevan capa o antifaz o un super disfraz que les permita volar o atravesar una pared. Los superhéroes están entre nosotros. Son gente sencilla y humilde que siempre dan lo mejor se si mismos para ayudar a los demás. Por eso el “Chupi” siempre fue y será un super héroe en Salas de los Infantes. Policía, bombero y conductor de las ambulancias. Estaba en todos los “fregaos” del pueblo que admiraba su valor y su entrega en momentos tan delicados e importantes. Concepción, su mujer, no quiso ser menos y en 1978 se hizo con las riendas de la famosa e inolvidable Cantina de Salas. Mi madre guisaba muy bien, de chuparse los dedos. Dábamos muchas comidas y cenas, sobre todo de platos caseros. En aquella época sólo estábamos nosotros, el Moreno y Pallín, pero hacíamos muy bien las cosas.
Jesús sosteniendo una fotografía con una alineación del Club Polideportivo Salas
La Sierra de la Demanda y la comarca de Pinares son dos de los mejores lugares de España para disfrutar del maravilloso mundo de la micología. Jesús siempre fue un gran aficionado. De una reunión de amigos surgieron en 1983 las primeras Jornadas Micológicas de Salas de los Infantes. En torno a una mesa Jesús, Alonso, Amando Torres y Eburrola idearon una de las primeras jornadas de Micología a nivel nacional. Queríamos que la gente comiera otras setas que no fueran las del cardo. Además, pretendíamos que los aficionados pudieran al menos distinguir las setas comestibles de las que no se podían comer. También recuerdo con nostalgia cuando cocinábamos el jabalí con patatas en la campa de San Isidro. Compensábamos así a los labradores que nos cedían sus fincas para cazar. También fui el responsable de organización del campeonato mundial de tiro sopero al plato. ¡Eso sí que era ambiente! Y cómo no hablar del vinocross, una idea loca que tuvimos Nanín, Cristobalito y yo. Éramos un tanto estrafalarios, pero aquello fue un bombazo. Como lo fue el juego de la cucaña en el Arlanza. ¡Qué tiempos! Recuerdo que una noche mientras hacia mi guardia varios estudiantes de Santiago de Compostela estaban gamberreando mientras Franco agonizaba . Me acerqué y les dije con tono serio ¡Vamos Circulen por favor! Me rodearon haciendo un círculo y comenzaron a circular. No pude por menos que alejarme sonriendo.
En el recuerdo de todos los salenses y veraneantes está también Ángel García "El Sorejo". Ángel fue también durante muchos años el vigilante municipal de la ciudad milenaria. Junto a Jesús formó un equipo un gran equipo que fue directamente el responsable del éxito de todos los actos culturales de Salas durante varias décadas consecutivas. Ambos fueron los artífices de la gran traca y el toro de fuego que fueron durante muchos veranos dos de los actos más significativos de las fiestas de la ciudad de los siete Infantes.
Como diría Walt Disney Jesús logró todos sus sueños porque tuvo el gran valor de perseguirlos. El “Chupi” se muestra orgulloso de una vida dedicada en cuerpo y alma a Salas de los Infantes. En sus paseos matutinos los vecinos le saludan con cariño y siempre le devuelven una sonrisa. Fue precisamente Jesús quién ideo la figura del popular del Año para el libro de las fiestas del pueblo. Entonces el dinero era escaso y se le ocurrió que sería una buena idea para sacar unas “perras” para los días de fiesta. Ahora, después de una vida de esfuerzo tesón y sacrificio por su pueblo, por su familia y por sus amigos le ha llegado la hora de este humilde homenaje Y es que, como dijo el escritor francés Blaise Pascal si estamos siempre dispuestos a ser felices es inevitable no serlo alguna vez.