"La poesía es sin duda alguna el mejor alimento del alma porque nos abre la mente y el corazón para ser personas mejores y más felices"
El novelista, dramaturgo y ensayista estadounidense James Baldwin solía decir que no se puede hacer fuego con brasas muertas y que tampoco los hombres sin espíritu pueden despertar el entusiasmo. Porque es éste el que en nuestro trabajo diario aligera el esfuerzo y convierte incluso el trabajo en tareas placenteras. Tomás Barrios Alonso, natural de la preciosa ciudad milenaria de Salas de los Infantes, aprendió pronto que el camino del esfuerzo y la constancia eran las rutas perfectas para lograr el éxito personal y profesional. Son valores que aprendió de su padre Casimiro Barrios, ferroviario que dejó su alma en el Santander Mediterráneo y de su añorada madre Concepción que regentó un pequeño negocio de fruta y pescado en el que pronto tuvo que ayudar desde muy pequeñito.
Sus primeras letras las aprendió de la mano de Don Ernesto Sanz y Sanz, un gran maestro de su época. Pronto la literatura, la poesía y el teatro se convirtieron en compañeras inseparables de viaje y en los primeros grandes amores de su vida. Pasiones que con el tiempo se irían sumando al sueño de poder también enseñar y dejar así, como diría el historiador Henry Adams, dejar una huella para toda la eternidad en el alma y en la mente de sus alumnos. Tras estudiar el bachiller, ingresa en la escuela de magisterio de Burgos para dar así el primer paso hacia su gran objetivo.
“Comencé a dar clases en el Colegio San José el 1 de enero de 1975. Allí estuve 22 años de una vida escolar vivida desde la enseñanza basada en valores como el esfuerzo, la perseverancia, la constancia, la libertad y el amor por los demás. Fue una etapa intensa, amable, humilde y muy feliz en la que los maestros no sólo éramos compañeros si no también grandes amigos que compartían metas y sueños comunes. Las ilusiones eran de todos y así fue posible lograr sacar adelante muchos proyectos. Muchas veces terminábamos el colegio y nos íbamos de merienda y vivíamos las 24 horas la enseñanza. Cómo olvidar a Justino, Julio, Aurora, Conchita, la Madre José, Ricardo, Teresa, Charo y tantos y tantos otros que han dejado una huella sencillamente imborrable, matiza.
El Colegio San José fue una institución educativa ejemplar conocida incluso a nivel nacional. Su enseñanza en valores cristianos y humanos basados en el ejemplo educó y formó durante más de treinta años a cientos de niños que hoy ya son adultos y juegan un papel vital en la sociedad. Su internado hizo de la convivencia entre los alumnos el modelo a seguir. El deporte además lo impregnaba todo gracias a la búsqueda constante del esfuerzo y el compañerismo en su más alto nivel. “Además, junto con mis compañeros, trabajamos mucho la poesía y el teatro. Representábamos pequeñas y grandes obras de teatro en clase con clásicos inmortales como “Los Intereses creados de Benavente”, “La Zapatera prodigiosa” de Lorca, el “Médico a palos de Moliere” o la “Cabeza del Dragón” de Valle Inclán.
Después, el destino que es algo así como la estrella polar en la tierra, quiso que Tomás Barrios terminará su etapa como maestro en el Colegio Aurelio Gómez Escolar en Burgos. Otra institución académica de gran prestigio donde sus armas educativas siguieron siendo la literatura, la historia, la poesía y cómo no, el teatro. Tomás Barrios además ha ganado dos Galas Poéticas en Salas de los Infantes. La primera fue en 1998 y la segunda en 2001 donde además ejerció un papel todavía más protagonista como presentador. En 2005 volvería al certamen esta vez para ser su mantenedor. Por eso, si analizamos su amor incondicional en torno a la poesía y el teatro es normal entender que naciera la
“Noche de Poesía” en Salas en 2004, evento cultural de gran magnitud en la ciudad milenaria del Arlanza. “La Asociación de Amas de Casa lo había intentado varias veces y yo lo que hice fue coger la idea y darle forma. Recuerdo con mucho cariño y nostalgia que las primeras noches de poesía las preparábamos durante las tardes en la biblioteca donde todos leían sus problemas y también entre todos ayudábamos a mejorarlos. Entre los muchos que ya no están si quería acordarme de la gran María Luisa Piernavieja, Juanito el de la Revilla, Encarna Ibáñez y Pedro Altamira, entre tantos y tantos…
El año que viene la Noche de Poesía cumple nada más y nada menos que 20 años. Afortunadamente, el nuevo auditorio de Salas de los Infantes ofrece posibilidades escenográficas casi infinitas haciendo que este evento sea un auténtico prodigio sonoro y visual. “Tengo mucha ilusión por convertir un día el escenario en un patio sevillano con sus típicas farolas costumbristas, sus mesitas y una fuente y que los declamadores podamos estar allí sentados leyendo nuestros poemas. Sería un camio de escenografía arriesgado y total. También quiero con todo mi corazón poder llenar el auditorio, algo que espero lograr en esta edición, aclara.
Todos los declamadores deben elegir sus propios temas para una noche tan especial. Van desde los poemas clásicos, a la prosa, pasando por un pasodoble, un cuento, una historia o incluso una canción de rap. “Creo que la clave en que los temas que cada uno elige deben gustarle y emocionarle primero a él. Y al mismo tiempo es vital que traspasen la distancia y el espacio muerto entre la voz y el espectadores para que al final les llegue a ellos. Si con nuestro poema no llegamos al público no alcanzamos realmente nuestro objetivo. Yo siempre elijo historias que transmitan un mensaje que ayude a combatir las injusticias sociales y la intolerancia. Historias con un principio, un nudo y un desenlace. Si la historia es humana e impactante al final llega y eso es lo verdaderamente importante. Como novedad, este año quiero hacer unas cartulinas en forma de nubes o corazones. Escribiré unos versos y los pondremos cuidadosamente en una cestita de mimbre para regalárselos a los espectadores al final de la gala”, comenta.
El gran poeta Gabriel Celaya, uno de los más destacados representantes de la poesía comprometida o poesía social, solía afirmar que la poesía es un arma muy poderosa cargada de futuro. “Y esa es para mí la gran clave de la poesía, que siempre tiene que transmitir algo que haga vibrar y que remueva los sentimientos denunciando una injusticia o una intolerancia o sencillamente abriéndote el corazón de par en para para deleitarse admirando la belleza. La poesía debe ser una puerta abierta para admirar la singular belleza de una puesta de sol, de un amanecer o de la maravillosa sonrisa de un niño. La poesía es sin duda el mejor alimento del alma porque nos abre la mente y el corazón para lo que es lo más importante en esta vida, que es ser mejores personas y alcanzar la felicidad.