"Queremos dar las gracias a nuestros clientes por su fidelidad, amistad, amor y cariño durante 42 años"
La felicidad no es nuestro destino sino la actitud con la que viajamos buscando nuestros sueños. La felicidad son pequeñas gotitas de agua que acarician todos los días nuestro corazón. La felicidad son esos pequeños y maravillosos momentos que nos recuerdan que elegimos sabiamente qué camino tomar en la vida. Juan Alonso Peña y Evangelina Alzaga Tello unieron sus vidas ante Dios en 1984 para conquistar juntos su propia felicidad. Tres años antes Juan se había hecho con las riendas junto a su hermano Cándido del histórico bar el Club situado en la Plaza del Condestable de la ciudad milenaria de Salas de los Infantes.
“En aquel momento un vino costaba tan sólo tres pesetas. Cuando nos casamos decidimos comprar y reformar el local en una época en la que Salas tenía más de 20 bares. Entonces había muchas más cuadrillas de amigos que tenían por costumbre reunirse en los bares para alternar y tomar unos vinos. Yo he sido inmensamente feliz trabajando aquí porque siempre tuve una enorme vocación por la hostelería. Es un trabajo en el que puedes compartir muchas maravillosas conversaciones con los clientes.
Además el Club siempre ha sido un bar donde se han reunido diferentes generaciones y gentes de todas las edades. Aquí hemos disfrutado de grandes tardes de cartas, de maravillosas noches de fútbol y también de encuentros de los más jóvenes disfrutando del billar, del ping pong, de la bolera o de las máquinas recreativas. Ha sido un lugar de encuentro también para todos los amantes de la pelota mano que siempre han sido fieles a uno de los deportes más admirado y practicados en la comarca de Pinares. Además, siempre recordaré las partidas de bingo que organizábamos para apoyar al Club Polideportivo Salas. También guardo maravilloso recuerdo de tantos y tantos amigos de Salas y de toda la comarca que yao no están con nosotros, comenta Juan. Junto a él en la barra sonriente su mujer Eva le alisa el pelo mientras sostengo la grabadora.
“Ha sido una etapa maravillosa de nuestras vidas y ahora sin duda comienza otro camino. Queremos disfrutar de nuestro tiempo libre, viajar, leer, estar mucho más tiempo con nuestros nietos y también vivir y disfrutar de nuestra maravillosa capital. Si quiero recordar de todo corazón a mis padres Amador y Quiteria y aquel negocio que tuvimos de hostelería donde hoy está el Bar el Pozo en la Plaza Mayor. También me gustaría recordar a mis hermanos Amador y Pedro y a todas aquellas personas que nos ayudaron a cuidar de los niños cuando eran pequeños. Todavía recuerdo como Pedro se llevaba a los críos todos los domingos a comer a su casa. Los niños le pedían siempre algún plato especial y el y su mujer se lo hacían.
La verdad es que ese apoyo constante de mi familia fue esencial para poder criar a nuestros hijos. Con un bar y tanto trabajo era realmente difícil. Por supuesto, quiero acordarme ahora mismo de todo corazón de todos los clientes y amigos que nos han acompañado en estos más de 40 años. Sin ellos, este viaje tan maravilloso no hubiera sido posible.
Ha llegado el momento de descansar y estamos muy felices porque llega el relevo de la mano de nuestro sobrino Iván que estamos convencidos de que lo va a hacer muy muy bien. Es un chaval maravilloso, con un carácter jovial y muy abierto al que le encanta hablar con la gente. Esas son cualidades esenciales para poder tener éxito en negocio de estas características. Además, la reforma que hicimos de la fachada unida a la reforma que el Ayuntamiento ha hecho de la Plaza Condestable hacen que el Club siga siendo uno de los lugares favoritos de salenses y serranos para disfrutar de un buen café, un aperitivo, un vino o una copa en compañía de familiares y amigos”, finaliza Eva.