"La verdad es que no no me iría del pueblo a la ciudad ni en pintura, allí todo es muy aburrido"
Decía el escritor Jean Jacques Rousseau que lo que uno ama en la infancia se queda en el corazón para siempre. Verónica Diosdado disfruto de una infancia llena de maravillosos momentos en Vertavillo, un pueblecito precioso situado en el Cerrato palentino. Durante sus primeros años de vida fue su abuela Carmen, a la que siempre amó con locura, la que se encargó en gran medida de su educación. “Fue una persona maravillosa, única y muy auténtica. Era muy muy activa y siempre andaba correteando por el pueblo. Yo crecí pegada a sus faldas jugando. También viví momentos maravillosos con mi hermano Héctor. Subíamos a la guardilla y nos escapábamos a coger conejos y comer remolachas. La vida en el pueblo fue maravillosa. Allí siempre fuimos muy conocidos porque mi familia llevó durante muchos años el bar”, comenta Verónica.
Verónica se crío en plena naturaleza, casi de forma salvaje, primitiva y única. Ese amor por la madre tierra le llevó a estudiar Gestión Forestal y del Medio Natural en Asturias. Durante algún tiempo vivió en Galicia pero decidió volver a Valladolid para ayudar a su hermana en su restaurante en la preciosa localidad de Santovenia. El destino que es como el dulce viento que acaricia nuestras almas hizo que conociera a Pedro Carazo, su actual pareja. Fue durante una visita al parque de las Loras. “Quedamos en que para conocernos mejor haríamos un intercambio. Yo le llevaría conmigo a subir un pico en la provincia de Palencia y el por su parte me llevaría a hacer espeleología. Es así como se inició nuestra historia de amor que el próximo 20 de septiembre cumple tres años”. Pedro Carazo Delgado nació en Madrid. Sin embargo, toda su familia es de un pueblecito muy emblemático del sur de Burgos llamado Arandilla. Al igual que Verónica disfrutó de una infancia feliz arropada por las costumbres y las aventuras del pueblo. Al cumplir la mayoría de edad tomó una decisión que cambiaría para siempre el rumbo de su vida. Decidió regresar a su pueblo para iniciar una nueva etapa personal y profesional.
Verónica y Pedro disfrutando de un día de montaña en la cima del Peña Prieta en Palencia.
Fue allí donde inició junto a su padre la empresa de albañilería que tienen en la actualidad. “Mi abuelo era ciego y decidí volver para hacerle compañía. Poco después montamos una empresa de albañilería sin perder de vista mis dos grandes pasiones que eran la espeleología y la montaña. Decidí formarme y actualmente soy Técnico Deportivo de Espeleología, Barrancos y Vías Ferratas, miembro del grupo de espeleología Edelweiss y también del Espeleo socorro Cántabro. Ya estaba dado de alta así que lo único que tuve que hacer fue comprar el material y pagar los seguros. Así es como nació mi empresa en la actualidad Pedrete Guiados”. Pasito a pasito la relación personal y profesional de Verónica y Pedro se fue consolidando. Ambos comenzaron la reforma de una casa que desde el principio estuvo destinada al turismo rural. El destino, siempre caprichoso y juguetón, hizo que la pandemia llegará a sus vidas impidiendo que Verónica pudiera regresar a casa. Así es como fue dando sus primeros pasos en la empresa de construcción familiar. “Es muy buena con los alicatados, trabajando la madera y con los acabados. La verdad es que realiza un trabajo muy importante dentro de la empresa. Además, al estar especializada en Gestión Forestal y del Medio Natural hemos introducido los guiados en Naturaleza y Micología dentro de las actividades que ya estábamos desarrollando en Pedrete Guiados”, comenta Pedro.
Verónica con el puesto de su empresa ARTHEBE en una feria de artesania
Si puedes soñarlo, lo puedes lograr. Verónica siendo muy niña siempre soñó con llegar a tallar la madera con gubias. Compró un juego en una tienda china y al tratar de tallar un tronco este se rompió. No se rindió y mucho tiempo después conoció a un maestro gallego en Valdoviño que le enseñó cómo llevar a cabo esta talla ancestral. “También me sentí muy atraída por la talla en hueso. Fue Pedro quien me regaló una dremel. Así llegó la primera navaja y una ardillita en roseta de cuerna de ciervo que le regalé a mi sobrino. Al publicarlo en Facebook comenzaron a llegarme encargos y no lo pensé; buscamos un nombre y así es como nació Arthebe (una curiosa palabra que viene de Arte y Hebe que es el nombre científico de la planta Verónica). Ya tenemos nuestro rincón en internet (arthebe.com) donde se puede conocer mejor la empresa, nuestra trayectoria y todo lo que hacemos”, matiza Verónica.
Lijando un macho de enebro para restaurarlo y usarlo para la casa que tienen en Coruña del Conde
Una de las grandes especialidades de Pedrete Guiados son las rutas de Naturaleza y Micología. Suelen llevarlas a cabo en el parque natural de Sabinares del Arlanza, en la comarca de Pinares y en el Cañón del Río Lobos. “Otras veces nos las piden a demanda asociaciones o grupos de amigos. También promocionamos las rutas ferratas de Huerta de Rey, la de Espeja de San Marcelino y lo haremos con la que se va a hacer en Araúzo de miel que estará dirigida a los niños. Siempre hemos apostado porque todas nuestras actividades se realicen en varios puntos de la comarca.
Si algo tienen claro Vero y Pedro es que no cambian el pueblo por nada. En la histórica localidad de Coruña del Conde han creado su pequeño rincón en el mundo con mucha constancia, dedicación, ilusión y esfuerzo. “Yo en la ciudad me aburro. En el pueblo sin embargo puedes hacer de todo. Puedes tener tu huerto con sus tomates, lechugas, cebollas o calabacines. En el pueblo te puedes escapar y perder yendo en bici o disfrutando de alguna ruta en la montaña. Puedes ir a por setas o a pescar cangrejos. Es imposible aburrirse la verdad. Nosotros somos super activos y no paramos quietos. Yo odio el teléfono móvil y puedo estar dos o tres días sin mirarlo. Muchas veces no se incluso dónde lo he dejado y lo cierto es que me da igual”, argumenta Verónica.
Con Sara en Ferrol durante unas vacaciones
Goethe afirmaba con acierto que el hombre feliz es aquel que siendo rey o campesino encuentra paz en su hogar. Verónica y Pedro ya han encontrado su rumbo para cumplir su gran sueño, alcanzar su felicidad. “Estamos reformando con muchísimo cariño la que ya es nuestra casa. Vivimos además en un pueblo precioso y que tiene mucha historia. Es el lugar donde por primera vez voló Diego Marín Aguilera. Tiene dos puentes romanos y una iglesia realizada por el obispo que defendió a los indígenas. Tuvo una judería muy importante y hoy se sabe que Almanzor estuvo descansando allí antes de ser derrotado en Catalañazor. Nuestro hogar es casi un castillo. De hecho, muchas de las piedrecitas que lo sustentan provienen de allí. Somos muy muy felices (ambos sonríen confiados…) Desde aquí queremos de todo corazón animar a los jóvenes y no tan jóvenes a volver al pueblo para realizar sus sueños. Sin duda el viaje de vuelta va a ser apasionante y si algo tenemos muy muy claro es que no se van a arrepentir”, finaliza Vero.