Morcilla de Burgos para impresionar en las cenas de Navidad
Viajar a Burgos y no degustar la morcilla de la ciudad puede considerarse un pecado y es que, pensar en Burgos es sinónimo de gastronomía y más en concreto de este producto cárnico. Tras 25 años de duro trabajo para conseguir esta certificación, la Indicación Geográfica Protegida Morcilla de Burgos llegó en el año 2020.
Se trata de una mención de calidad que recoge la normativa europea para proteger y preservar alimentos cuyo vínculo geográfico está estrechamente ligado a unas prácticas de elaboración, producción y transformación, que cuenta con una larga historia documentada. El Órgano de Gestión de la IGP Morcilla de Burgos tiene como objetivo velar por el cumplimiento del reglamento de la marca de garantía. De este modo, se asegura que toda morcilla que sale al mercado con la etiqueta de la IGP lo hace cumpliendo todos los requisitos necesario.
Este sello, no solo ayuda a la producción del producto, el cual ha incrementado en la facturación del negocio en un 30%, sino que ayuda, de una forma diferente, a ubicar la ciudad burgalesa en el mapa.
OBTENCIÓN DE LA MORCILLA
La Morcilla de Burgos es un producto cárnico obtenido mediante embutido y su posterior cocción, en cuya elaboración se utiliza cebolla horcal, manteca o sebo, arroz, sangre, especias y sal. Precisamente, uno de estos ingredientes le aporta una característica diferencial que le ha llevado a obtener la IGP: la cebolla horcal. Se trata de una hortaliza rica en fibra y azúcares que le aporta a la morcilla una mayor calidad y una cualidad diferencial reconocida por la Unión Europea.
La cebolla horcal se cultiva sobre todo en la cuenca baja de los ríos Arlanzón y Arlanza, repartida en las provincias de Burgos y Palencia, siendo estas la mayor parte de la producción, exportando a Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Aragón e incluso a Francia o Portugal. Un producto que puede parecer tan simple pero a la vez con tanto valor culinario, ¿por qué no añadirlo a tu cesta de Navidad?