Maridajes
15 de mayo de 2020 (11:03 h.)
“No sé si fue el miedo al despido o la incertidumbre, pero yo tenía ideas”
En la sala de descanso no se hablaba de otra cosa: los dueños de la bodega habían decidido venderla, y probablemente todos los trabajadores nos iríamos a la calle.
Era una noticia desoladora, había sido nuestra casa durante 20 años, pero después de la crisis no había levantado cabeza. Elaborábamos un vino muy especial, ecológico, con producción limitada. Era un producto especial, y aunque había tenido buena acogida, en los últimos años, con tanta competencia, la empresa se había visto afectada.
En el comité se hablaba de huelgas, represalias… pero el grupo de trabajadores no teníamos ganas de todo eso. Se habían portado siempre bien con nosotros: buen sueldo, horario flexible para la conciliación, siempre abiertos a cualquier sugerencia y dispuestos a ayudarnos si surgía algún problema… No, no se lo merecían.
La bodega llevaba más de 70 años en la familia. Primero produciendo unos caldos más clásicos, y una vez que las nuevas generaciones tomaron el mando, apostando por un mercado más moderno.
No sé si fue el miedo al despido, las noches sin dormir por la incertidumbre o las dos cosas, pero yo tenía ideas, veía posibles salidas… ¿por qué no probar?
El sábado por la mañana me planté mi traje y mi corbata y me presenté en casa del jefe para hablar con él. Se extrañó muchísimo, no era lo habitual que un trabajador aprovechara el fin de semana para un asunto de trabajo, se podía esperar al lunes… Pero yo entré muy seguro de mí mismo, con las ideas claras, mi dossier bajo el brazo y una sonrisa de esperanza.
Estuvimos hablando horas aquel sábado, aportando ideas, haciendo presupuestos, miles de llamadas de teléfono, pero salí satisfecho. La bodega arrancaría una nueva campaña con varias ideas nuevas, y algunas eran mías: abrirla al público para mostrar el proceso, organizar jornadas de vendimia o elaboración de tu propio vino, proponer cursos de cata de vino en diferentes restaurantes de la zona…
Pocos meses después estábamos en marcha y en un tiempo éramos referente en I+D+I del sector vinícola. Me siento muy orgulloso de decir que contribuí a ello, pero tengo muy claro que sin la colaboración y el apoyo de todos los trabajadores no se hubiera logrado. Y es que cada vez tengo más claro que unidos somos mucho más fuertes.
Era una noticia desoladora, había sido nuestra casa durante 20 años, pero después de la crisis no había levantado cabeza. Elaborábamos un vino muy especial, ecológico, con producción limitada. Era un producto especial, y aunque había tenido buena acogida, en los últimos años, con tanta competencia, la empresa se había visto afectada.
En el comité se hablaba de huelgas, represalias… pero el grupo de trabajadores no teníamos ganas de todo eso. Se habían portado siempre bien con nosotros: buen sueldo, horario flexible para la conciliación, siempre abiertos a cualquier sugerencia y dispuestos a ayudarnos si surgía algún problema… No, no se lo merecían.
La bodega llevaba más de 70 años en la familia. Primero produciendo unos caldos más clásicos, y una vez que las nuevas generaciones tomaron el mando, apostando por un mercado más moderno.
No sé si fue el miedo al despido, las noches sin dormir por la incertidumbre o las dos cosas, pero yo tenía ideas, veía posibles salidas… ¿por qué no probar?
El sábado por la mañana me planté mi traje y mi corbata y me presenté en casa del jefe para hablar con él. Se extrañó muchísimo, no era lo habitual que un trabajador aprovechara el fin de semana para un asunto de trabajo, se podía esperar al lunes… Pero yo entré muy seguro de mí mismo, con las ideas claras, mi dossier bajo el brazo y una sonrisa de esperanza.
Estuvimos hablando horas aquel sábado, aportando ideas, haciendo presupuestos, miles de llamadas de teléfono, pero salí satisfecho. La bodega arrancaría una nueva campaña con varias ideas nuevas, y algunas eran mías: abrirla al público para mostrar el proceso, organizar jornadas de vendimia o elaboración de tu propio vino, proponer cursos de cata de vino en diferentes restaurantes de la zona…
Pocos meses después estábamos en marcha y en un tiempo éramos referente en I+D+I del sector vinícola. Me siento muy orgulloso de decir que contribuí a ello, pero tengo muy claro que sin la colaboración y el apoyo de todos los trabajadores no se hubiera logrado. Y es que cada vez tengo más claro que unidos somos mucho más fuertes.