Pluto
Pero lo que no vi venir es que el cachorro llegaría antes de lo esperado.
Hace cuatro meses nos mudamos a esta bonita casa en el pueblo, dejando la capital después de toda nuestra vida allí. Fue difícil decidirse, tuvimos que valorar muchos aspectos, pero finalmente en la lista de pros y contras, ganó la vida rural.
Yo temía que los niños se opusieran, pero sorprendentemente, votaron sí en cuanto lo propusimos. A ellos les encanta el pueblo, la libertad que les da. Además, como siempre han venido en verano o fines de semana, tienen sus amigos, sus primos, están los abuelos cerca de la nueva casa… Están encantados.
Uno de los motivos que nos llevó a mudarnos fue el espacio. En la ciudad teníamos un piso y aquí disfrutamos de una casa de dos plantas y un bonito jardín. Bueno, bonito ahora, porque cuando compramos la casa era un desastre.
Pero trescientos viajes al vivero municipal después, parece otra cosa. Hemos arreglado el césped, barrido hojas y ramas de plantas secas, plantado un par de árboles que nos darán sombra, y un montón de flores que nacerán en primavera. También hemos puesto mobiliario, para comer y cenar fuera, creo que le sacaremos mucho partido. Los niños, estos primeros días de sol, ya se sientan ahí a hacer sus tareas. Temo el momento en el que empiecen a pedir una piscina… Por el momento, ya habían empezado a sugerir que adoptáramos un perro. Lo veía venir.
Pero lo que no vi venir fue que el cachorro llegaría antes de lo esperado. Al poco tiempo de vivir aquí, un perrito empezó a seguir a diario a los niños al cole y les acompañaba en el camino de vuelta. Empezaron a sacarle cositas de comer, con lo cual Pluto ya no se movía de la puerta. Sí, demasiado tarde, le habían puesto nombre.
Un día de mucho frío, le dejamos pasar al jardín. Le lavamos, le dimos de comer y le pusimos un gran cojín para que durmiera. Pero no podíamos dejarle allí a la intemperie, así que trasladamos el cojín a una pequeña caseta donde guardamos las cosas del jardín. Fue mi perdición.
De verdad que intenté resistirme, pero me miraba con esa carita de agradecimiento y no pude decir que no. Total, como dicen los niños, ahora tenemos mucho espacio. Y es un perro tan bueno y cariñoso que ya es, para todos, el rey de la casa.