Querido diario
“A veces me da miedo echarme atrás y renunciar a todo”
Querido diario. Nadie dijo que lograr tus sueños fuera fácil. Después de muchos meses estudiando sin parar, he conseguido mi plaza de maestra. Cuando vi las notas en la pantalla del ordenador, me quedé de piedra, no me salían ni las palabras, estaba tan feliz… Pero ahora, me han adjudicado un destino provisional en un pueblo remoto del norte. Y para qué negarlo, me da terror. ¿Qué voy a hacer allí sola, sin conocer a nadie? He alquilado un pequeño piso de los pocos que hay en el pueblo, pero es que una casa un poco más grande me daba miedo. Seguro que empiezo a oír ruidos raros en una casa tan grande, prefiero algo más… “recogidito”. La semana que viene debo empezar y a veces me da miedo echarme atrás y renunciar a todo…
Querido diario. Han pasado varios meses desde que escribí la última vez. Es curioso cómo nos asustan las cosas que desconocemos, y cómo pueden llegar a hacernos felices una vez que somos capaces de comprenderlas. Llegué al pueblo con muchos miedos, me instalé en poco tiempo, y podría decir que me dejé llevar por la tristeza las primeras semanas.
Pero pronto vi que allí había de todo menos penas y, poco a poco, me fui metiendo en la vida del pueblo. El cole es genial, y los niños y las familias encantadores. Son muy tranquilos, y al ser poquitos, podemos organizar muchísimas actividades diferentes, al aire libre, con otras aulas…
Los papás y mamás colaboran mucho, y me he dado cuenta de que esa es la tónica general en el pueblo. En cuanto llegué, muchos vecinos se ofrecieron a ayudarme, me traían algún bizcocho, me indicaban dónde podía comprar esto o lo otro… Y una vez que he empezado la rutina, no paro.
Ahora por las tardes, colaboro también en otras actividades que se llevan a cabo, muchas relacionadas con la despoblación, batalla abierta que tienen por aquí muchos pueblos de la zona.
¡Ah! Y me he cambiado de casa, ahora tengo una bonita casa de pueblo con jardín, donde planto algunas semillas que me han dado los vecinos. Y es que me encanta la solidaridad con la que vive la gente del pueblo, cómo se ayudan, cómo se conocen todos y son una gran familia.
Tanto es así que, cuando me toque por fin elegir mi destino definitivo, me planteo pedir este pequeño rincón que tantas alegrías me está dando.