Ya vienen los Reyes Magos
03 de enero de 2020 (10:30 h.)
"En este momento crucial fue donde llamé a mis verdaderos Reyes Magos: los abuelos"
“Ya vienen los Reyes Magos, ya vienen los Reyes Magos, caminito de Belén…” Me sale la cancioncita por las orejas. Y es que mis hijos empezaron con los villancicos allá por el mes de Octubre… Vamos, igual que los supermercados con los turrones…
Tuvimos una pequeña tregua en Halloween, pero olvidaron rápido las calabazas y empezaron con la lista de juguetes que querían, cada año más larga y con nombres más complicados. Menos mal que conservamos la tradición de escribir la carta, y solo tengo que sacarla en la juguetería.
Para colmo, han pedido no sé qué juguete que está de moda, y agotado en todas partes. Rollo peli navideña americana. Ya me veo peleándome con la gente en la juguetería, y a algún guaperas salvándome de morir aplastada por la gente que entra corriendo a por las cajas de muñecos… Todo muy guay.
Pero ahí no acaba la cosa, no… Como ya veía venir que el juguetito se las traía, les dejé caer a los peques que era posible que los Reyes no lo encontraran porque muchos niños lo habían pedido, y claro, hay que ser solidario y dejar que otros niños lo tengan, que podemos pedir otras cosas. Me había quedado el discurso tan bonito… Ja, ja. Tururú. Solo les faltó hacerme una pedorreta. Que los Reyes son magos y fabrican más, y que esperan que se lo traigan porque si no, el año que viene la carta será para Papa Noel.
En este momento crucial fue donde llamé a mis verdaderos Reyes Magos: los abuelos. ¿Qué haríamos sin ellos? Total, que ellos conocían una juguetería de estas de toda la vida, una juguetería del barrio donde hemos vivido siempre y donde compraron muchos de mis propios Reyes, y allí seguramente lo tendrían porque ahora la gente se vuelve loca con los centros comerciales y se olvidan de que en estas tiendas también hay milagros.
Y así fue. Allí estaba esperándoles el dichoso muñequito. Así que el 5 de enero por la tarde mis Reyes Magos particulares y yo misma, nos iremos con los peques a la cabalgata, volveremos todos a ser niños de nuevo por unas horas, tomaremos chocolate con churros cuando acabe, nos iremos a la cama prontito, y el día de Reyes, bien temprano, abriremos los regalos en pijama, mientras de fondo sigue sonando “ya vienen los reyes magos, ya vienen los reyes magos, caminito de Belén…”
Tuvimos una pequeña tregua en Halloween, pero olvidaron rápido las calabazas y empezaron con la lista de juguetes que querían, cada año más larga y con nombres más complicados. Menos mal que conservamos la tradición de escribir la carta, y solo tengo que sacarla en la juguetería.
Para colmo, han pedido no sé qué juguete que está de moda, y agotado en todas partes. Rollo peli navideña americana. Ya me veo peleándome con la gente en la juguetería, y a algún guaperas salvándome de morir aplastada por la gente que entra corriendo a por las cajas de muñecos… Todo muy guay.
Pero ahí no acaba la cosa, no… Como ya veía venir que el juguetito se las traía, les dejé caer a los peques que era posible que los Reyes no lo encontraran porque muchos niños lo habían pedido, y claro, hay que ser solidario y dejar que otros niños lo tengan, que podemos pedir otras cosas. Me había quedado el discurso tan bonito… Ja, ja. Tururú. Solo les faltó hacerme una pedorreta. Que los Reyes son magos y fabrican más, y que esperan que se lo traigan porque si no, el año que viene la carta será para Papa Noel.
En este momento crucial fue donde llamé a mis verdaderos Reyes Magos: los abuelos. ¿Qué haríamos sin ellos? Total, que ellos conocían una juguetería de estas de toda la vida, una juguetería del barrio donde hemos vivido siempre y donde compraron muchos de mis propios Reyes, y allí seguramente lo tendrían porque ahora la gente se vuelve loca con los centros comerciales y se olvidan de que en estas tiendas también hay milagros.
Y así fue. Allí estaba esperándoles el dichoso muñequito. Así que el 5 de enero por la tarde mis Reyes Magos particulares y yo misma, nos iremos con los peques a la cabalgata, volveremos todos a ser niños de nuevo por unas horas, tomaremos chocolate con churros cuando acabe, nos iremos a la cama prontito, y el día de Reyes, bien temprano, abriremos los regalos en pijama, mientras de fondo sigue sonando “ya vienen los reyes magos, ya vienen los reyes magos, caminito de Belén…”