El Bosque Petrificado

Árboles fósiles de Castrillo de la Reina en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid
Un poco de historia de los árboles fósiles del entorno de Salas de los Infantes (1 de 3), por Jesús Cámara
Jesús Cámara
P. Saturio González OSB

Hace aproximadamente unos 120 millones de años el paleorrelieve de la zona de Salas de los Infantes se aproximaba a una estructura de espacios abiertos rodeada de extensas llanuras de baja pendiente. Estas superficies formaban extensas llanuras deltaicas con charcas semipermanentes. Dominaban el paisaje exuberantes bosques de coníferas con árboles que llegaron a alcanzar los 50 metros de altura. Algunos de aquellos fueron derribados por causas extraordinarias en la zona inundada de forma intermitente por cursos fluviales que arrastraban muchos materiales sedimentarios y que desembocaban en el próximo mar de Tetis. Quedaron cubiertos por capas de sedimentos y agua. En un ambiente pobre en oxígeno y de gran humedad la madera no se pudrió. Se dieron las condiciones necesarias para que se produjeran los procesos físico-químicos para su fosilización al estar sometidos a altas presiones. La madera, molécula a molécula, fue sustituida por elementos inorgánicos que reprodujeron de forma exacta la estructura biológica celular original. Quedaron transformados paulatinamente en asombrosos troncos de piedra. 

Primeras noticias de los árboles fosilizados

La primera noticia del primer ejemplar de árbol fósil del que se tiene conocimiento en la zona de Salas de los Infantes es del que fue expuesto por el benedictino P. Saturio González Salas en el Museo de Ciencias Naturales del Monasterio de Santo Domingo de Silos, creado hacia 1906 y que contenía ejemplares naturalizados de fauna, rocas y minerales, así como una colección importante de los fósiles de los contornos. Se le conocía por xilópalo (fósil vegetal que conserva el aspecto del leño) y no por árbol fósil.

Maximino San Miguel de la Cámara / Foto: DIARIO DE BURGOS

En el año 1921 el geólogo burgalés Maximino San Miguel de la Cámara, jefe de la sección de petrografía del Museo de Historia Natural de Barcelona, realizó una excursión con el P. Saturio González por varios yacimientos geológicos de Castrillo de la Reina. Al regresar a Barcelona se llevó consigo dos ejemplares de árboles fosilizados, que instaló en su museo. Estos ejemplares están actualmente expuestos en su exterior.  Escribía el geólogo al respecto en diciembre de 1921 en un artículo con el título “Estudios geológicos en el macizo cretácico del este de la provincia de Burgos” publicado en el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural: «Los vegetales son indeterminables, por no hallarse hojas ni frutos; algunos son, indudablemente, coníferas, como demuestra la estructura microscópica de su madera; pero de otros nada podemos decir con probabilidad de acierto; algunos pudieran ser palmeras o cicádeas, cuyos troncos se encuentran empotrados en las areniscas; uno muy hermoso posee el Museo del Monasterio, y algunos otros hay en el pueblo».

Al Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid se llevaron, en fechas posteriores, cinco trozos de ejemplares procedentes también de Castrillo de la Reina, posiblemente cuando San Miguel de la Cámara fue nombrado director del museo. Se exhiben hoy en su exterior.

En los años treinta del siglo XX los niños de Hacinas cuando iban con sus botijos y calderos a por agua a Fuentesaz ya se citaban junto al “árbol de piedra” de La Carrera. En los años cuarenta algunos eran conocedores de los árboles fósiles a los que denominaban árboles petrificados”. Se desconoce quién los identificó y transmitió la información: algún fraile, sacerdote, maestro...

En el verano de 1964 el religioso burgalés de La Salle, Rufino Sagredo Arnáez, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, se presentó en Castrillo de la Reina. Caminando en dirección norte, sobre una tierra arada, encontró horizontalmente un impresionante fósil arbóreo. Tras contemplarlo durante un buen rato, tomó medidas de su longitud y grosor, así como notas de otras características interesantes.

 

Árboles fósiles de Castrillo de la Reina en el Museo de Geología de Barcelona
Árbol fósil de Castrillo de la Reina ubicado en el jardín del Museo de Burgos

  Aquel árbol fósil había suscitado inusitada curiosidad en la gente del contorno; tanto que se acercaban hasta ese lugar para verlo, y más de uno para llevarse trozos de él a su casa. El Hermano Rufino, tras lamentarse de lo que estaba sucediendo y viendo que ese importante fósil se podía echar a perder, hizo dos cosas: «Escribir en el periódico de Burgos un artículo sobre el árbol fósil encontrado y hablar con el Gobernador Civil de la capital informándole del valor científico del hallazgo, con el fin de que se pudiera conservar intacto». En abril y mayo de 1967 el periódico madrileño ABC daba cuenta de la aparición del mismo tronco de conífera salicificada de unos 10 metros en Castrillo de la Reina perteneciente al Cretácico Inferior. Se notaban perfectamente los detalles de su crecimiento anual. El estudio del profesor José Luis Reoyo sugería que podría alcanzar entre treinta mil años y cuatrocientos mil años y que se había solicitado a la Diputación Provincial su depósito en Burgos. Se depositó en el pequeño jardín del Museo Arqueológico de Burgos de la calle Miranda.

El gran expolio

Hacia 1975 proliferaron los hallazgos de árboles fosilizados en la zona salense. El vecino castrillense Agustín Aragón declaraba a “Diario 16” de Burgos años más tarde: «Los primeros restos los hallamos hacia mediados de los setenta en la zona denominada 'Las Rasas' [de Castrillo de la Reina]. A los dos meses del descubrimiento llegaron por aquí unos expertos catalanes y en vista del valor que tenían, se llevaron cerca de 400 toneladas de árboles fósiles por medio de camiones. Según iban encontrando vestigios los iban sacando con máquinas excavadoras y los almacenaban en un local situado frente a la estación del tren Santander-Mediterrá­neo. En cuanto tenían una cantidad importante mandaban venir a los tráileres y se los llevaban a Gerona».

Los árboles fósiles se dan a conocer

En las mismas circunstancias desaparecieron en Hacinas por esas fechas tres árboles fósiles del término de Campallagoso. Parece ser que fueron triturados para revestir el horno de una fundición de Puigcerdá (Gerona). ¿Fueron vendidos? ¿Quién lo permitió? Al llegar los estíos, la gente veraneaba en el pueblo hacinense comentaba lo sucedido y se lamentaba de ello. Y las preguntas que se hacían eran lógicas: ¿Qué pasaría con los otros árboles fósiles que quedaban en el campo? ¿Quién aseguraba que no “volarían” igualmente?

​Ventura Alonso

En el verano de 1975 el jesuita hacinense P. Ventura Alonso Gómez, que pasaba los veranos en el pueblo, lideró un grupo de jóvenes voluntarios para el descubrimiento con pico y pala de un árbol fósil en el término de Las Trisineras. En el verano de 1976, contando con la autorización del ayuntamiento, gestionó su traída al casco urbano. Con la ayuda de la grúa de un camión de la empresa IPEM de Salas de los Infantes se extrajeron seis trozos del mismo. Otra parte permanece todavía incrustada en la roca. Tres trozos se colocaron de pie en la plaza situada frente al ayuntamiento y los otros tres se depositaron a sus pies. Al costado se colocó una lápida con la inscripción: «Árbol fosilizado. Era Secundaria. Periodo Mesocretácico. Estrato albense. Edad: unos 120 millones de años. Lugar Hacinas (Las Trisineras). Puesto en pie en 1976».

Descubriendo el árbol fósil de las Trisineras.
Colocación del árbol fósil en el casco urbano.

 En 1981 con la aportación de 30.000 pesetas de seis religiosos hacineses de La Salle se costearon los trabajos de una pala excavadora mecánica para la extracción de dos árboles fósiles del término de Vallejo la Zarza, que habían localizados los pastores, a una distancia de 4 km. del casco urbano. El transporte hasta el casco urbano se realizó con un tractor que un vecino cedió gratuitamente. El primero, muy meteorizado y troceado, se reconstruyó por los colaboradores como como buenamente se pudo, colocándose en pie a la entrada del pueblo. El segundo constituido por cinco trozos, perfectamente conservados, de composición ferruginosa y una longitud en torno a los cuatro metros, se colocó recostado sobre el suelo a la izquierda de la calzada de subida a la iglesia parroquial.

El primer árbol fósil de Vallejo la Zarza.

 

El segundo árbol fósil de Vallejo la Zarza.

 

Descubriendo el árbol fósil del Castillo en el año 2006.

 

El árbol fósil del Castillo.

En agosto de 2006, a base de martillo eléctrico, se descubrió parcialmente un árbol fósil incrustado en la roca arenisca que sirvió de base al antiguo castillo situado en el mismo caco urbano de Hacinas, al pie de la iglesia y frente al cementerio.

 

Agustín Aragón y su mujer Catalina Abad descubriendo el árbol fósil de Matalaguna en 1980.

 

El árbol fósil de Matalaguna en su nuevo sarcófago.

Desde 1975 no han dejado de encontrarse restos de árboles fosilizados en Castrillo de la Reina. Quien más o quien menos tenía su trozo de árbol fósil en casa. Hacia los años 80 del siglo pasado Agustín Aragón Lucas y su hijo Marti descubrieron un ejemplar de árbol fósil cuando iban de caza en el término Matalaguna de las Ledanías. Agustín con ayuda de su mujer y unos vecinos castrillanos a golpe de pico, pala y azada desenterraron los 16,5 m. de su longitud. Así permaneció un tiempo, pero el pozo en el que quedó metido se llenaba de agua que se helaba en invierno lo cual propiciaba su meteorizara. Se volvió a cubrir con tierra. En el año 2010 el ayuntamiento con la aportación de 40.000 euros de la Obra Social de Caja de Burgos lo protegió. Agustín almacenaría en una finca urbana restos de árboles fósiles que encontraba. ∎