El Monaterio de Albeinte, por Abilio Abad
Fraile, ¡qué hiciste que a Albeinte viniste! (Calumnia anónima). En la memoria colectiva de pueblos de la zona se interpreta como si el dicho Monasterio de Albeinte fuera un lugar de castigo para frailes no del todo ejemplares, pero más bien era una calumnia. De hecho, Alberto Bengoechea (1) en Historia de Salas I, recoge que “esta frase que la tradición popular supone grabada sobre uno de los muros del convento releja muy bien la dureza que supuso vivir en este lugar” o. c. p 116. En el conocido y bello paraje de Albeinte, en la falda de la Cabeza de San Vicente que cae al río Arlanza, hoy a orillas del pantano de Castrovido, estaba asentado un poblado, Stª Mª de Ablenti, primero, y el convento de frailes menores de San Francisco, después. En el año de 1044 está documentado este poblado por las donaciones que hace el noble Laín González al Monasterio de San Cristóbal ubicado más cerca Valleximeno que de Huerta de Abajo. Entre estas donaciones está, junto a Butrón y Busto Mediano, Sancta María de Ablenti (2). La etimología de Albeinte deviene de Ablenti y no del número de frailes, veinte, que habría en el convento.
En Stª Mª de Ablenti, siglos más tarde, sobre el año 1441, se funda uno de los monasterios de la reforma franciscana de finales del siglo XIV y principios del XV. En Castilla el promotor de dicha reforma fue Fr. Pedro de Villacreces que se retiró durante un tiempo a la soledad de la cueva de San Pedro de Arlanza y ermita de San Pelayo. Tuvo dos discípulos aventajados, Pedro Regalado, luego santo, y Lope de Salazar. Es Fr. Lope de Salazar y Salinas quien lo funda bajo el patronazgo de Pedro Fernández de Velasco. El 23 de Julio del año 1441 el Conde de Haro concede su escritura de patronato a los conventos edificados por él, y entre estos nombra a San Luis de los Menores, que así se llamó al principio, “que es en el mi villar del Veinte sobre el río Arlanza”. “La fundación de este convento se llevó a cabo con la ayuda de los condes en una granja de los monjes del Monasterio de Arlanza, sita en el término de villar de Alveinte, cerca de Salas de los Infantes, aprovechando la existencia allí de dos ermitas dedicadas a Nuestra Señora de los Lirios y a San Luis. Impetrada la donación de los monjes de las dos ermitas, hizo el conde una iglesia, y edificó a su alrededor un convento que sirviese de morada a los frailes, el cual se llamó en un principio de San Luis, aunque poco después prevaleció el título de Nuestra Señora de Alveinte (...) La imagen mariana que se exponía a la pública veneración en su capilla era muy visitada desde antiguo por las gentes de la comarca (3).Ver esta nota para lo relacionado con la fundación de Fr. Lope.
Pronto el convento de Albeinte toma fama y prestigio en la comarca. Crece, desde los pueblos, la demanda de frailes predicadores y las procesiones al convento por Nuestra Señora de septiembre, día 8, y el 4 de octubre, San Francisco. Este auge de Albeinte en la comarca crea ciertos problemas de jurisdicción entre la diócesis de Burgos, en cuyo límite estaba ubicado, y los pueblos de la de Osma, que son todos los de la margen izquierda del Arlanza hasta Salas, porque el problema no era solo de “fuero”. Pero donde este problema se agudiza más es entre el convento de San Francisco de Silos, que no era de la reforma, y la nueva fundación de Fr. Lope en Albeinte. De manera que Albeinte es mal visto por los observantes del convento de franciscanos de Silos, especialmente por Fr. Sancho, el limosnero, por creerse que perjudicaba a sus intereses por la proximidad de ambas casas y por temor de que los fieles les redujeran las limosnas, pretexto del que se valieron para lanzar falsas acusaciones contra los pobres frailes de Albeinte y “amedrentarles con tales amenazas que no son aquí de escribir” dice Fr. Lope. Para acabarlo de rematar, un Padre de la Observancia pide entrar en Albeinte y pasarse a la Reforma, pero prepara tales escándalos entre los seglares que, dice Fr. Lope, “nos fue necesario tornar dobladamente a dar buen ejemplo e a descandalizar la gente, cuanto más cuando vido que los frailes de santo Domingo le querían favorescer contra nos”.
Por estas malicias que la envidia y emulación levantan contra los frailes, Fr. Lope ideó una especie de torno a la entrada que la hacía dificultosa y medrosa, produciendo un gran miedo de entrar por él, temiendo que hay algún gran caos en do puedan caer. Así reducía las visitas, sobre todo de las mujeres, incluida la condesa y sus doncellas, haciéndolas más ligeras y honestas, sin vistas de rostro y sin fabla propinqua, porque era costumbre en la comarca que fueran mozas en lugar de mozos quienes acudían con las limosnas. Lo mismo que el primer Conde de Haro, su hijo Pedro Fenández de Velasco, todopoderoso Condestable, y su mujer la Condesa Mencía de Mendoza y Figueroa, siguieron favoreciendo a la Reforma. Y dejaron constancia de ello en la fábrica de su “casa” de Burgos, esculpiendo el relieve del cordón franciscano en su portada, que por esto se la conoce como “Casa del Cordón”. El convento de Albeinte desaparece en el proceso de la Desamortización. Estos son los últimos frailes que fueron expulsados por la Real Orden de Supresión de 17 de Agosto de 1822:
Fr. Manuel Carrillo Guardian? Edad 55 años y natural de Villalón.
Fr. Felis Callejo Predicador edad 46 años y natural de Rueda
Fr. Juan Carrillo… Lector edad 50 años y natural de ¿..?
Fr. Lorenzo Muñoz Predicador edad 44 años
Fr. Eugenio Rodriguez Predicador edad 56 años y natural de La Seca
Fr. Mathias Ledesma Predicador edad 44 años y natural de Portillo.
Fr Benito Perez Predicador edad 43 años y natural de Palencia
Fr. Francisco Villalón Predicador edad 36 años y natural de Villalón
Fr. Antonio Reguero Predicador edad 36 años
Fr. Genaro Leal Confesor edad 41 años y natural de La Seca
Fr. Pedro Matheo Confesor edad 43 años y natural de Villalón
Fr. Bentura Gonzalez Predicador edad 36 años y natural de Villalón
Fr. Antonio Soto Lego
La iglesia del monasterio, hoy ruina dolorida, quizá tuvo que ver en su fábrica con la de la Casa del Cordón y la Capilla de los Condestables de la Catedral. Pero en las solanas y umbrías de Albeinte solo responde el silencio.
(1) Alberto Bengoechea. Historia de Salas I, Burgos 2003, pp116-18 –II, 2005 p 198
(2)CARTULARIO DE SAN PEDRO DE ARLANZA. Serrano, L. Madrid 1925, p.86
(3) Cf. LAS REFORMAS EN LOS SIGLOS XIV Y XV. Archivo Ibero-Americano, Revista de Estudios Históricos, (Orden Franciscana). Año XVII, tomo XVII, Enero-Diciembre 1957, pp. 373 a 413.