Aunque también se han dado algunos hechos puntuales en otras zonas de la comarca de Pinares, lo más llamativo ha sido lo ocurrido en la zona de la montaña de Urbión, a una cota de 1.700 metros de altura y concretamente en los montes de localidades de Duruelo, Vinuesa y Covaleda.
Allí se calcula, tras los primeros rastreos, que hasta 1.000 toneladas de madera, -más de 1.500 pinos los contabilizados hasta el momento-, se han caído por esta combinación de nieve, agua y hielo.
Foto: Zona de Monte en Duruelo de la Sierra. Autor: Agustín Sandoval.
El Director Conservador del Parque Natural e ingeniero que lleva esta zona, Óscar Carrascosa, está trabajando ya en la elaboración de un recuento de todas estas zonas que han sufrido este desastre, con el objetivo de solucionar el problema lo antes posible, retirar esa madera y recuperar la normalidad en los montes y en muchas de las carreteras que también se han visto afectadas al caer sobre ellas muchos de estos ejemplares.
Es el caso por ejemplo de la carretera de subida a Laguna Negra en Vinuesa o la subida a Castroviejo en Duruelo de la Sierra.
Foto: Carretera acceso Laguna Negra.
Ambas vías tienen pinos en varios puntos de su trayecto, ya que los ejemplares que están en las laderas, al borde de pista, han sido principalmente los más afectados por las inclemencias meteorológicas, al ser los más débiles.
“Es sobre todo debido a que tienen la copa formada más hacia un lado y no tienen buen agarre al suelo. Esos ejemplares al borde de pista son los que más lo han sufrido. Ya se están realizando expedientes de emergencia para retirarlos cuanto antes”, confiesa Óscar Carrascosa.
Se trata sobre todo de pinos de entre 70 y 80 años de crecimiento, “por el momento lo que estamos observando es que son pinos sin mucho diámetro. Aunque hay de todo, también hay pinos con una envergadura ya importante. Hay muchos desarraigados que no han aguantado la gran cantidad de humedad del suelo y otros tantos están tronchados a media altura, ramas, etcétera…”, explica Carrascosa, apuntando que “todavía quedan zonas por valorar a las que no se ha ido porque no se puede acceder por la gran cantidad de nieve que hay”.
Actuación de urgencia
El trabajo ya ha comenzado para solucionar este problema lo antes posible. Así, desde este mismo momento se están tramitando los expedientes de urgencia para ir quitando los pinos caídos en cuanto la nieve lo permita y así restablecer la normalidad.
“Ahora, como indicaba antes, estamos viendo todas las zonas afectadas. Entre ellas se encuentra el último tramos de la Laguna Negra, la pista Zamplón, Paules Altas y Tejeros en Covaleda y la pista de Castroviejo y zona del Búnker en Duruelo. Seguido, lo próximo que haremos es realizar los trámites para proceder a la retirada, una vez la nieve permita acceder a estos lugares”, añade El Director Conservador del Parque Natural e ingeniero Óscar Carrascosa.
Foto: monte de Covaleda. Autor: Ayto Covaleda.
Bajada de su precio
Pero, ¿qué se hace con esta madera? ¿tiene todavía utilidad? Lo cierto es que sí, aunque su precio, como consecuencia de este hecho, ha bajado en torno a un 20% de su valor inicial. Lo normal es que en los rodales que se hayan caído pinos que allí mismo o en zonas cercanas se haya realizado una subasta de madera, sea la propia empresa asignada la que también recoja esta madera.
“Más que nada porque una vez que un maderista mueve hasta esa zona sus máquinas, por logística, es más fácil que sea él el que también se encargue de estos ejemplares que se han desarraigado y tronchado por el temporal. Lo cierto es que se le adjudicaría a un precio más barato, ya que un pino desarraigado sí se puede aprovechar, pero uno tronchado por la mitad pues depende de para qué. Si los pinos caídos no están en un rodal que se haya adjudicado, otra de las opciones es sacarlo a subasta como pinos secos, tronchados y desarraigados”, explica Carrascosa.
Foto: monte de Covaleda. Autor: Ayto Covaleda.
Otros sucesos parecidos
Esta vez la envergadura del suceso fue importantísima dejando lo ocurrido estos días en Urbión como una mera anécdota. Este mes de junio hará 22 años de aquel día en el que las rachas de viento de hasta 300 kilómetros por hora por zona de monte afectaron a una superficie de 47,4 hectáreas y derribaron 18.018 pinos en la zona de San Leonardo de Yagüe, Navaleno y Casarejos.
Pocos minutos después de las ocho y media de la tarde se producía un brutal tornado con cizalladura que arrasó una amplia zona de pinar maduro en los montes de dichas localidades. De haber tocado suelo en algunos de estos tres pueblos las consecuencias hubieran sido devastadoras e incluso podrían haberse producido pérdidas humanas, ya que tornados de este tipo pueden con facilidad desde arrancar techos y paredes de viviendas prefabricadas, hasta volcar trenes o elevar los automóviles del suelo desplazándolos a cierta distancia.
Por suerte, el recorrido de este tornado fue únicamente por zona de monte afectando a una superficie total de 47,4 hectáreas y derribando 18.018 pinos con un volumen maderable de 14.138 metros cúbicos de madera. Se trataba de un pinar maduro, con bastantes pies de más de 20 metros de altura y de 40 centímetros de diámetro, tal y como detalló el jefe del Servicio de Medio Ambiente de la Junta en Soria, José Antonio Lucas Santolaya.
Este tornado que duró alrededor de 7 minutos en el término municipal de Navaleno, dejó tras de sí una estrecha senda llena de destrucción. Se originó cerca de San Cristóbal, en el paraje denominado el Palomar de Casarejos. Poco a poco fue formándose y tomando fuerza cerca de la Fuente del Pino en San Leonardo y Navacastellanos -Casarejos-.
En estos parajes ‘se hizo mayor’, desplazando toda su furia en pocas hectáreas, pero en las cuales concentró el mayor destrozo por tratarse de un pinar maduro. Desde aquí, como un misil continuó su senda destructora por la Cruz de Piedra en Navaleno, atravesando la N-234 cerca del camino de Valdelahierba en cuyo paraje se mostraba la imagen del caos y la destrucción. Pinos tronchados a cinco metros de altura y astillados hasta su base, con la parte caída girada media vuelta a derechas delatando el paso de tan inconfundible fenómeno.
El tornado siguió su marcha destructora por la carretera general N-234 hasta las puertas de la urbanización de San Roque, en Navaleno, momento en el que hizo un giro brusco de 90 grados y tomó rumbo, valle arriba, a Navalcubillo. Ascendiendo por la Rinconada atravesó el camino de la potabilizadora y descendió a la carretera de la estación hasta el paraje Majadil y la Dehesa Nueva, ascendiendo nuevamente por Matarrubia y finalizando en el monte Pinar Grande, por el paso Juan.
Tanta fue su violencia, que hasta el Ejército vino a evaluar sus daños tomando impactantes fotografías desde el cielo capturando para la historia el destrozo que dejó este torbellino destructor de enorme potencia y de silueta inconfundible: un verdadero tornado, una nube en forma de embudo que giraba vertiginosamente con poderosa fuerza y en absorción ascensional.