viernes. 22.11.2024
La gripe de 1918
La gripe de 1918. /Foto: La Vanguardia Española.

En el año 1918 una epidemia de gripe causó la muerte de más de 50 millones de personas en el mundo. La información que se dio de ella en los periódicos de España le hizo que se ganase el sobrenombre de “gripe es-pañola”. La prensa de las naciones conten-dientes en la I Guerra Mundial, sometida a la censura militar, no informó de esta enferme-dad porque estaba diezmando sus soldados y no querían elevar la moral de los adversarios. Se detectó por primera vez en la base militar de Fort Riley de los Estados Unidos durante la primavera de 1918. Un estudio dirigido por el doctor Michael Worobey, de la Universidad de Arizona (Estados Unidos), dedujo que el virus de la gripe surgió poco antes de 1918 por la adquisición de material genético de otro virus de una gripe aviar que ya estaba circulando entre los humanos. 
En España su brote epidémico primaveral de 1918 no fue duro. No se le identificó en sus inicios y los madrileños lo achacaban a vario-pintas causas: «Unos dicen que son las exca-vaciones que se están haciendo con motivo de las obras del Metropolitano, removiendo la tierra y esparciendo en la atmósfera sus miasmas insalubres, y otros atribuyen esta anormalidad a fenómenos atmosféricos, que desaparecerán cuando el aire quede purifica-do». El ministro de estado Eduardo Dato sufrió el ataque gripal en junio, guardó cama y se recuperó. También enfermaría el Conde de Romanones, Ministro de Instrucción y Justicia. Con la llegada del verano, la epidemia amainó. El brote más virulento llegó con el otoño. 
Varios informes indican que el ferrocarril contribuyó a la difusión de la enfermedad en dos direcciones. La primera vía seguía el reco-rrido de Cataluña a Andalucía pasando por Madrid. La segunda vía sería la de Irún (Guipúzcoa) a Medina del Campo (Valladolid) pasando por Burgos.
En septiembre de 1919 Diario de Burgos comunicaba por primera vez que la gripe se estaba propagando entre los soldados de la guarnición militar de Burgos y que no había informado antes para evitar alarma social. Los militares de reemplazo fueron las primeras víctimas por el hacinamiento en los cuarteles y su estado poco higiénico. Posteriormente co-municaría que la población burgalesa padecía también una depresión moral acentuada. 
Los síntomas de esta enfermedad fueron fiebre elevada, dolor de oídos, cansancio cor-poral, diarreas y vómitos ocasionales... La mayoría de las personas que fallecieron du-rante la pandemia sucumbieron a una neu-monía bacteriana, ya que no había antibióticos disponibles. Otro grupo de personas murió después de la aparición de los primeros síntomas por hemorragia pulmonar aguda ma-siva o por una acumulación anormal de líquido en los pulmones que llevaba a una gran difi-cultad para respirar.
La gripe llegó al pueblo burgalés Villaquirán de los Infantes, escribía Diario de Burgos, por conducto de un obrero de la vía del ferrocarril que la adquirió de otro obrero que había estado trabajando cerca de la frontera de Portugal. Murieron 8 personas. Los jóvenes del cercano pueblo de Los Balbases acudieron a sus fiestas del mes de septiembre. Enfermaron y aca-baron contagiados 800 de sus 1.200 habitan-tes. En la comarca próxima de Castrojeriz, la epidemia estalló «con inusitada fuerza, alar-mando más que por su gravedad, por el creci-do número de los atacados». 
El 19 de septiembre el gobernador civil de Burgos notificó a todos los alcaldes para que reunieran las juntas municipales de sanidad para que acordasen las medidas de prevención que correspondieran. El día 23 acordó que, en los pueblos, y en los limítrofes, que hubiera casos de gripe se suspendieran y aplazaran sus fiestas populares y ferias de ganado. Días antes, el 14 de septiembre, se había celebrado la romería de Santa Lucía de Hacinas que pudo ser un buen foco de propagación de los virus. 
El 21 de septiembre el rey Alfonso XIII visitó Covarrubias y el monasterio de Santo Domingo de Silos de camino a San Sebastián. Pudo contagiarse en este viaje ya que el 4 de octubre padecía fiebre gripal con localización faríngea. 
Las medidas sanitarias para evitar el conta-gio fueron responsabilidad de las juntas municipales de sanidad. Covarrubias no las tomó al celebrar las fiestas de san Cosme y San Damián de los días 27 y 28 de septiembre con misas solemnes concelebradas y bailes, que duraron hasta las once de la noche los dos días. Su mercado semanal siguió celebrándose, aunque con poca concurrencia. 
El día 4 de octubre, por fin, el gobernador declaró la existencia de epidemia de gripe en la provincia a propuesta del inspector provincial de sanidad. Si no lo hizo antes fue por el temor de perjudicar algunos intereses, retraer el turismo... Reiteró en el Boletín Extraordinario de la Provincia de este día el grave peligro de la gripe y prohibió terminantemente celebrar fiestas o reuniones. Recuerda que «la infección se propaga por las gotitas de la saliva que despide el que habla, tose, etc. a nuestro lado, al ser respiradas por los que le rodean, si está enfermo o convaleciente. Que se abstengan, en consecuencia, de permanecer en locales cerrados, mal ventilados, donde se reúne mucha gente, como tabernas, cafés, etc. Que se extreme la limpieza de las casas. Que se tengan abiertas todo el día las ventanas de los dormitorios y se ventilen con frecuencia los locales donde permanezcan durante el día. Estar en el campo el mayor tiempo posible porque el aire libre, el agua y la luz son los mejores desinfectantes en esta ocasión. Tener mucha limpieza de la boca y en una palabra, seguir los consejos del Médico y desoír a los ignorantes que os invitan a beber alcohol o consumir tabaco como remedios preventivos por ser sus efectos en esta ocasión más nocivos que nunca». 
El ayuntamiento de Burgos clausuró los establecimientos docentes y prohibió tocar las campanas a muerto, esto para evitar la angustia de la población. Muchos pueblos acudieron a la capital para adquirir medicamentos y desinfectantes. Se presenciaron a menudo el fúnebre desfile de carros de aldeanos con cajas de muertos para llevarlos a sus pueblos. 
El sistema sanitario quedó sobrepasado. En los pueblos se quedaron sin asistencia médica por encontrarse enfermo el médico titular o por ser tal el número de enfermos que no podían ser atendidos. El médico que atendía a Hontoria de Pinar contrajo la enfermedad y falleció el 20 de octubre; su esposa fallecería siete días después. Murió el practicante que atendía Moncalvillo, Castrillo de la Reina y algún pueblo más. El médico de Palacios de la Sierra enfermó encontrándose sin asistencia faculta-tiva lo vecinos. En Jaramillo de la Fuente estu-vo enfermo casi todo el vecindario, encontrándose sin médico, pues de los pueblos limítrofes no pudieron acudir a visitarles por ser también numerosos los atacados que había en ellos. Los médicos que lograron hacer frente al virus casi fallecieron de agotamiento. Los que poseían consultas privadas en las ciudades se negaron a ayudar y atender a aquellas poblaciones desamparadas por no perder a su clientela fija. 
El día 8 de octubre se reunió la junta local de sanidad de Salas de los Infantes, presidida por el médico, para tomar medidas contra la epidemia. Al día siguiente el alcalde publica un bando por el que «prohíbe reunirse a más de dos personas en los establecimientos públicos de la villa y lavar ropa de enfermos infecciosos o que lleguen a fallecer en los ríos Aguaducho y Apretado del Henar, bajo multa de 25 pese-tas». El día 12 divulga otro bando en el que «prohíbe a los convalecientes andar por las calles de la población y entrar en los estable-cimientos públicos bajo multa de 5 pesetas.  El día 16 da a conocer unas normas higiénicas para evitar contagios: a) «obligar a los enfermos a escupir en vajillas, desinfectándolas con agua hirviendo y sal; b) lejiar las ropas de los enfermos; c) no cometer excesos de ninguna clase, especialmente en las bebidas; d) evitar las recaídas, pues la experiencia demuestra que los que recaen, fallecen en gran número». La feria de ganados, que no pudo celebrarse en los días del 25 al 27 de octubre, el ayuntamiento la pospuso al 24, 25 y 26 de noviembre sin cobrar arbitrios y amenizándola con la banda de música.
 
Tumbas del médico y su mujer en Hontoria del Pinar


Escasearon los medicamentos. En el Boletín Oficial Extraordinario de la Provincia de 12 de octubre el gobernador dispone que «ante la escasez de medicamentos que se deja sentir en toda España, se recomienda a los señores médicos de esta provincia recurran a los sucedáneos que, como sulfato de magne-sia entre los purgantes, la tintura de iodo sola o como aceite de crotón entre los revulsivos, la cafeína entre los estimulantes, etcétera, etcé-tera, abundan en el mercado...». 
La Diputación puso automóviles a disposi-ción de los médicos para el desplazamiento a los pueblos sin servicios sanitarios. Por coche correo se enviaron desinfectantes y medicinas a los pueblos Santo Domingo de Silos, Barba-dillo del Mercado, Salas de los Infantes, Cani-cosa, Quintanar de la Sierra, Castrovido, Bar-badillo de Herreros y Jaramillo de la Fuente.
 El ministro de la Gobernación, por razones sanitarias, prohibió la visita a los cementerios en el día de Todos los Santos y Difuntos. 
En Palacios de la Sierra durante la gripe «un pastor de cabras al que llamaban Sansané se llevó a sus cinco hijos al monte para que permaneciesen ocultos del mal que estaba diezmando su pueblo». Durante dos años vivió en una tenada de la Estación, en la zona del prado de La Nava. El vecino “Panza” sacó a la familia del casco urbano para aislarla y se instaló en un chozo en la zona del río Abejón. En la comarca serrana dos pueblos no se con-tagiaron. El aislamiento escrupuloso de Mon-calvillo les preservó. La otra excepción fue Neila.
 En Diario Burgos aparecieron anuncios de remedios milagrosos contra la gripe. Las pasti-llas Quit eran “el mejor desinfectante de las vías respiratoria”. Con el lavado de la ropa con jabón El Tigre se evitaba la enfermedad. La epidemia reinante se sorteaba con Zotal, un desinfectante y desodorizante indicado para el ganado.
Quintanar de la Sierra fue invadido por la gripe en el mes de septiembre. Se creyó que era benigna y no se tomaron medidas profilác-ticas. Al aumentar los casos la junta de sanidad local cerró las escuelas y casinos, prohibió las diversiones públicas y suspendió algunos actos religiosos. De los 1.770 habitantes fueron atacados por la enfermedad 1.500 en dos o tres días. El día 4 o 5 de octubre ocurrió la primera defunción. El médico visitaba di-ariamente más de 650 enfermos y el farmac-éutico (que atendía también a Regumiel de la Sierra, Canicosa de la Sierra y Vilviestre del Pinar) despachó en la botica más de 500 fórmulas diarias. Como desinfectante se es-parcieron 8.010 kg. de cloruro de cal. La far-macia careció de específicos para curar las toses. Los remedios curativos empleados para la gripe fueron: aspirina, antipirina, sal y sulfato sódico y magnésico Fallecieron 73 personas en este mes, contabilizando a las muertes provocadas otras enfermedades. El ayunta-miento estableció un servicio funerario con dos hombres para abrir la sepultura y cuatro para la conducción de los cadáveres al cementerio. Este servicio llegó al extremo de amortajar los muertos por estar todos los de la familia en cama. Por el servicio pagó 75 pesetas diarias. 
 
Evolución de las defunciones en el pueblo de Hontoria del Pinar
En Salas de los Infantes murieron 63 per-sonas en total; en el mes de octubre 28 perso-nas; 10 en noviembre y una en el año 1919. A falta de féretros, algunos cadáveres se cubrie-ron con sábanas para sepultarlos y otros se enterraron en fosas comunes.
En Hontoria de Pinar, informaba el corres-ponsal del Diario de Burgos, el 26 de octubre se encontraban 200 personas enfermas, de ellas 8 graves. En ese mes fallecieron en los tres pueblos del municipio 33 personas y 9 en noviembre con síntomas de la gripe. Hubo días en que las campanas tocaron tres veces a clamores. 
A la vista de la tabla de fallecidos del año 1918 elaborada por Salomón Ortega M. sobre su pueblo Hontoria del Pinar, un observador externo y profano en medicina, puede intuir y adelantar que la gripe causó ya estragos en el mes de septiembre, pero que, quizás, había aflorado durante el verano. La epidemia se cebó especialmente con los niños. De sep-tiembre a diciembre murieron 20 niños meno-res de 12 años. La enfermedad fue muy cruel con algunas familias. En una se llevó por de-lante a la madre, a una hija de 12 años y a dos recién nacidos. La pirámide de población de Hontoria del Pinar se quedó con el escalón de los nacidos en 1918 casi hueco.
En Huerta de Rey la gripe ocasionó 22 víctimas. En Hacinas en el mes de octubre fallecieron 6 adultos; y en todo el año 6 párvu-los. «La gente estaba tan asustada que para sufrir contagio no acudía ni a los entierros. Esto trajo como consecuencia que la escuela fuera clausurada temporalmente, blanqueada y desinfectada con jalbegue y cal». En Regumiel de la Sierra murieron por el virus 8 personas en 1918 y 2 en 1919; en Vilviestre del Pinar 26 y 3 respectivamente; en Palacios 13 y 11; en Canicosa de la Sierra murieron 23 y 2. En esta localidad algunos muertos tuvieron que ser inhumados por sus propios familiares. El tío Nicolás tuvo que dar sepultura solo a su propio hijo; sus vecinos y familiares estaban enfermos.
El mayor número de muertes se produjo en las franjas de edad de 1 a 4 años y la de 20 a 40 años. La falta de inmunidad frente a otros grupos de mayor edad, que habían pasado por anteriores epidemias, pudo jugar un papel decisivo en ello.
En diciembre de 1918 Diario Burgos no comentó ninguna noticia relacionada con la gripe porque casi se considera extinguida. La epidemia se paralizó porque casi la totalidad de la población había quedado inmunizada. La gripe tuvo un pequeño rebrote en 1919 e in-cluso en 1920. 
La provincia burgalesa experimentó la tasa de mortalidad más alta de España por efectos de la gripe con el 167,7 por 10.000 de perso-nas, 5.800 muertos aproximadamente. En Es-paña, un país con poco más de 20 millones de habitantes, fueron infectadas ocho millones de personas y la gripe causó la muerte en 1918 a 147.114 personas, 21.245 en 1919 y 17.825 en 1920.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

ALONSO OLALLA, Roberto. 50 relatos sobre sucesos, 2015. BENGOECHEA MOLINERO, Alberto. Historia de Salas II. DIARIO DE BURGOS del año 1918. BOLETÍN OFICIAL DE LA PROVINCIA DE BURGOS de 1918. ARCHIVOS DE LOS AYUNTAMIENTOS de Canicosa de la Sierra, Vilviestre del Pinar, Palacios de la Sierra y Hontoria del Pinar. ORTEGA MUÑOZ, Salomón, en la página web: Pueblos con historia - Hontoria del Pinar.

La gripe de 1918 y su incidencia en pueblos de la comarca de Pinares