Jesús Orte lleva tatuado en la espalda el Pino Mayo de Navaleno
La tradición de pingar el Pino Mayo en Navaleno se mantiene gracias al impulso de un grupo de personas que apostaron por mantener parte de lo que se venía haciendo, e impulsarlo levantando el pino con las tradicionales tijeras de madera y las sogas, ahora en la parcela ubicada frente al centro médico.
Venían siendo ‘los mozos’, grupos de jóvenes, quienes se encargaban de la organización de todo lo relacionado con el Mayo. Varias generaciones han pasado por estas tareas, en principio una fiesta masculina, desde los preparativos hasta el rito de la pingada.
“Ahora la gente colabora bastante más”, comenta Jesús Orte Garicoechea, quien lleva siendo desde hace años la referencia a la hora de preparar todo lo relativo al ‘Día del Mayo’. Recuerda cómo en décadas atrás era muy difícil que los jóvenes se implicaran, y si lo hacían quizá era más a la fiesta nocturna previa al Día de la Pingada, y luego muchos no acudían a la cita del mediodía, cuando se necesitaban manos y brazos para elevar el pino.
Hasta tal punto lleva Jesús Orte su pasión por el Pino Mayo que su espalda luce un tatuaje con la pingada como protagonista. “Ahí lo llevo”, dice el mantenedor de la tradición, quien estos días hecha de menos todo el programa y el ambiente que se crea alrededor, y que atrae a la gente del pueblo que se encuentra fuera del municipio.
En días previos, se busca el pino adecuado. “En nuestro caso, y al cogerlo de la parte de arriba, para no cruzar la carretera, la cantera de pinos modélicos se está quedando más escasa”, comenta Orte, quien ve que puede haber falta de candidatos en el futuro.
El pino se corta y traslada al pueblo en la tarde del 30 de abril. “Lo de traerlo con los bueyes no cuaja aquí, ya que la gente quiere traerlo con el carro, empujando”, dice Jesús. El carro en cuestión es una base estrecha con dos ruedas que se coloca en el centro del pino. Los jóvenes se colocan a ambos lados y van tirando con cuerdas o empujando de las maneras atravesadas. “Hay muy buen ambiente, y ya se sabe donde se realiza cada una de las paradas”, en un trayecto que se sabe cuando empieza, pero no cuando acaba, y el pino entra ya de noche al pueblo.
UNA ÚNICA UBICACIÓN
El enclave donde se pinga el Pino Mayo en Navaleno se ha ido cambiando en estos últimos años. En la denominada zona de ‘Las Leñeras’ se dejó de pingar tras el avance de una de las urbanizaciones. Lo mismo ocurrió en EL Raso Alto, con nuevas construcciones. En estos últimos años, el rito se revive en la parcela ubicada entre la calle Cañada Real y la calle Alta, frente al Centro Médico.
“Nos gustaría tener uno definitivo, y yo propuse al anterior alcalde poder hacerlo frente a la iglesia, en la calle Real en un espacio ahora ocupado por los contenedores”, comenta Orte. Dos años sin la pingada ha dejado el tema aplazado, aunque persiste la intención de buscar un sitio definitivo.