Pedro de Diego, desde Salduero: “La pingada es el mejor día del año”
Pedro de Diego Nájera es natural de la localidad de Salduero y a sus 24 años confiesa sentir un sentimiento muy especial por la tradición de la pingada del mayo. Para él, y “para todo el pueblo es el mejor día del año”, asegura. Con pena por no poder por segundo año consecutivo llevar a cabo este ritual tan importante para Salduero, Pedro de Diego recuerda cómo se vivía la tradición en los años antes del Covid.
“Es una jornada en la que se junta todo el pueblo, un día de unión, da igual los años que tenga cada uno que desde los más pequeños hasta los mayores viven la pingada con ilusión. Además, es una sensación generalizada de orgullo cuando ves el mayo pingado en la plaza. Ver que se ha podido levantar con el compañerismo y la colaboración de todos es algo que te llena de emoción”, explica.
A la tendencia a la despoblación en los últimos años, y con ello la amenaza de la continuidad de las tradiciones, ha sabido enfrentarse bien la población de Salduero. Y es que hace varios años, esta fiesta se celebraba el día 3 de mayo y cuando caía entre semana la afluencia de personas en la pingada era en ocasiones escasa. Así que se decidió pasarlo a fin de semana y desde entonces la participación es mayor, “ya que todos los salduerinos nunca quieren perderse este día tan especial”, añade De Diego.
Pedro de Diego lleva desde los 15 años participando en la pingada del mayo, alzándolo junto a la ayuda del resto de mozos, hasta lo más alto y consiguiendo uno de los símbolos más importantes de la comarca pinariega. “El año pasado fue un día que se nos hizo largo pensando en que no podíamos pingar el mayo. Pudimos solventar esa pena con una pingada virtual, y pensando que este año sí podríamos alzarlo. Al final no ha podido ser, pero realizaremos una actividad para recordar este día tan especial para el pueblo”, añade Pedro de Diego.
Así, este sábado 1 de mayo un grupo reducido de mozos de esta población pinariega recorrerá la recién señalizada ‘Ruta 66’ para plantar medio centenar de pinos silvestres consiguiendo el simbolismo de que serán los mayos que se pinguen dentro de un siglo.