El Vía Crucis de Molinos consigue atraer a varios centenares de personas junto al río Duero

Un momento de La Pasión. Foto: Ángel Leiva.

 Este año se estrenó un joven en el papel de Jesucristo. El buen tiempo favoreció la presencia de público, en una representación ya asentada tras varios años de preparación y puesta en escena.

 

Hubo romanos, tamborileros, esclavos, carros... gentes de distinta procedencia, que ambientan toda una simulación de la época en la que se vivió la muerte de Cristo. Tras la iniciativa puesta en marcha en la anterior década se sigue contando con la participación de más de cincuenta personas, vecinas del municipio e hijos del pueblo, y este año el buen tiempo favoreció la presencia de público que llenó Molinos en la tarde de Viernes Santo.

La procesión partió de la ermita del Santo Cristo, a 500 metros del pueblo. El atractivo paisajístico es una de las bazas fundamentales para conseguir que la gente llegue desde distintos lugares a la representación. La orilla del Duero, la verde ladera junto a la que discurre el trayecto y la hilera de gente que se agolpa a ambos lados del camino animan a la participación a los ojos del visitante.

Para el alcalde, Miguel Bonilla, y tras los años consecutivos en los que se ha venido representando el Vía Crucis, la actividad está asentada en el calendario local. La propuesta teatral, religiosa y popular tiene asegurada la colaboración de la gente, y se ha creado un aliciente para que el público incluya el Vía Crucis dentro de las rutas por la comarca en unos días tan especiales.

“Ahora hacemos esto en Semana Santa, y luego la próxima actividad se hará con motivo de la pingada del pino mayo el día uno del próximo mes, y por la tarde se inaugurará el Mercasetas, que en un principio estaba previsto para el marzuelo, pero que se ha optado por retrasarlo para dar opción a otras setas”, dice Bonilla.

Todo se hace más grande cuando los participantes llegan a la Plaza Mayor en el momento de alzar la Cruz, y la crucifixión se hace evidente entre las últimas luces del día. Este año, una de las novedades fue la incorporación de un joven para el papel de Jesucristo, a fin de poder continuar con ese realismo que se ha querido plasmar al papel principal de la puesta en escena

Y si el paisaje, la ambientación de trajes y los caballos aportan una base importante a la representación, todo el recorrido va acompañado por el sonido de los tambores dirigidos por el músico Fernando Óscar Pérez, quien viene realizando una labor fundamental en esta cita, al igual también que el Festival de verano.

La puesta en escena en Molinos de Duero es un trabajo colectivo, y engancha con la combinación de un ritual más religioso y emotivo con un mayor colorido y ambientación para hacer de lo histórico una agradable representación, cada año seguida por un mayor número de personas.