De nuevo, todas las miradas se dirigieron hacia el padre monte, el único gran recurso, donde se elaboraban maderas para los barcos y betunes de la Real Armada . Pero este empleo público no era suficiente y se dirigieron al Rey para que autorizase cortas regulares en los montes, propiedad de cada pueblo, los Pinos de Privilegio y hacer aserraderos.
El sistema ha llegado así hasta nuestros días pero en la actualidad la suerte de pinos no resuelve nada a nivel familiar, más de la mitad de sus ingresos son impuestos para las administraciones públicas y éstas además se muestran incapaces de generar empleos de subsistencia en nuestros pueblos.
Son muchos problemas y muy difíciles pero todos tienen solución si profundizamos en las fórmulas de cooperación que relatan las ordenanzas del siglo XVIII : juntarse los vecinos obligatoriamente, nombrar y aceptar cargos, fijar deberes y derechos que son inherentes a toda propiedad, incluida la comunal. En cuanto a la formación de sociedades mercantiles y sindicatos, recuperar el espíritu emprendedor del siglo XX.
Por lo demás, nuestro padre Monte, nos estará siempre esperando con infinitas nuevas oportunidades, como la agricultura ecológica que se está ya realizando en Los Alpes, hasta 2.000 metros de altura. Profusamente de mandada por la sociedad europea, su mayor reserva está en los bosques y es suficiente para asegurar la seguridad alimentaria de la comarca, como demuestran los huertos de la familia Mouresan de Quintanar. Pero también la biomasa, y por supuesto el turismo y el acceso social a nuestros bosques. Nuestros montes son auténticos ecomuseos realizados por legiones de anónimos hacheros, carreteros, serradores, pastores, forestales al servicio de la sociedad española que en todo momento nos deben de llenar de orgullo y animar nuestra diaria labor de selvicultores que los perpetúa en la actualidad.
Antonio Martín Chicote. Presidente Cabaña Real Carreteros y coordinador del libro “ En Sierra Viva”.