Hablamos de ese gran cocinero donostiarra cojonudamente campechano al que conocen en medio mundo. Berasategui es considerado como uno de los padres de la cocina española de Vanguardia a nivel internacional. Es además uno de los mejores embajadores gastronómicos patrios. Y sí, mi amigo Jokin disfruta como un niño cada vez que Berasategui sale en la televisión. El dice que le alegra el día. Ve en él a alguien directo, honesto, espontáneo y con una enorme facilidad para comunicar. Y adora sobre todo esa coletilla suya tan característica y diferenciadora. Si, su carta de presentación, que no es otra que la palabra ¡garrote!. Si amigos si, ¡garrote! Y repite la frase siempre varias veces, con el brazo levantado y con una enorme sonrisa. Una expresión sencilla con la que levanta el ánimo a cualquiera. Porque garrote viene a ser cómo el regalo a un niño, un momento que siempre se tiñe de felicidad. Es como uno de esos piropos elegantes que encienden una sonrisa sincera en una mujer. Porque, ¡Qué difícil es a veces sonreir! En esos días grises en los que no sale el sol y si lo hace no nos mira a los ojos. Jornadas oscuras y tormentosas donde llueve y no llevamos ningún paraguas que pueda abrigar nuestras almas. Y nuestros sueños se arrugan y languidecemos. Por eso siempre buscamos estímulos positivos y cargados de energía que nos permitan seguir caminando. Y nos enfrentamos a nuestros miedos tratando de vencerlos. A veces, sin armadura. Y otras muchas veces sin convicción por vencer. Por eso a mi amigo Jokin le gusta mucho Berasategui. Ve en él a tio apasionado que disfruta de su vida y de su trabajo ofreciendo siempre una sonrisa y un estímulo por seguir adelante. Ve en él a un tipo con carácter, simpático, agradable y con una energía positiva realmente contagiosa. Berasategui es simplemente un crakk. Un Quijote moderno que siempre sale victorioso en su enfrentamiento con los gigantes. Gigantes entendidos como los miedos que desangran muchas veces nuestras vidas y nos alejan de la felicidad. Porque como diría Benjamin Franklin la felicidad humana no se logra con grandes golpes de suerte que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días. Así que llegados a este punto del artículo sólo queda que se animen y repitan conmigo ¡Garrotee! Si amigos si, ¡Garroteeeeeeee!!!