La nueva Norma, por Paulino Herrero
Los últimos días estamos asistiendo en la prensa provincial a un exceso de información sobre Norma
a raíz del auto judicial que aprueba la compra de la compañía por la corporación empresarial liderada por la Diputación Provincial.
Resulta cuando menos chocante que a mes y medio de la fecha maldita estuviéramos lamentando nuestro fatal destino y hoy aparezcan triunfadores por doquier. Y no me refiero a aquellas personas que se alegran sanamente por el inicio de una nueva actividad empresarial, sino a los que, sin ser parte, ya plantean negociaciones y condiciones como el que se siente ganador de una contienda.
Muchas personas e instituciones han trabajado enormemente durante estos años con el único interés de aportar una vía de solución para Norma. Pero también tengo que decir que ese trabajo ha sido totalmente estéril e, incluso, en muchos de los casos perjudicial para la resolución del conflicto.
Una fecha: 20 de junio de 2013. Un golpe de suerte, por decirlo de alguna manera. Pero, sobre todo, la valentía y la visión de futuro de Antonio Pardo. Otras veces vilipendiado, hoy hay que manifestarle todo nuestro apoyo. Sin embargo, no encuentro a nadie que le muestre su agradecimiento público por lo que ha hecho. Sin duda alguna es lo más grande que se puede hacer como Presidente de una Diputación: luchar por tu provincia, por tu gente, incluso arriesgando, y abriendo nuevos cauces para el desarrollo que la mera adjudicación de los Planes Provinciales. Echo en falta declaraciones del ámbito político y económico de la provincia a favor de la apuesta del Presidente de la Diputación. Pero, bueno, esto es Soria y si no criticamos es que no existimos. Algunas personas llegan a la incoherencia de alegrarse, hoy, por el auto judicial que autoriza la venta de Norma al grupo inversor liderado por la Diputación y criticar, antes, al Presidente de la Diputación por “meterse en camisa de once varas”, por “no presentar el plan industrial” o por “no avalar su propuesta con informes previos sobre la viabilidad de la compañía”.
Han sido dos años muy duros. Un plazo excesivamente largo para resolver el concurso de acreedores. Es lo que marca la Ley. Una Ley, por otra parte, que nos permite salvar la unidad productiva de la sociedad, aunque entre en concurso. Y se ha logrado. Pero a lo largo de este bienio ha habido muchas cosas negativas sobre la compañía y muy pocas positivas, en el sentido de que hayan favorecido el desenlace final. Sin olvidar los años precedentes, origen de los graves problemas que han llevado al colapso y cierre de la empresa.
Por destacar algo positivo me quedo con la unidad de la plantilla, del pueblo y de la comarca en torno a un proyecto, que se vio reflejado en la firma del 99 % de los trabajadores ante la propuesta de Jeld Wend para no entorpecer las nuevas negociaciones. Me quedo con la declaración de Norma como empresa de interés regional en el Pleno de las Cortes, con el acuerdo de todos los grupos de la cámara. Y la puesta en conocimiento de la eurocámara de las malas artes de la empresa Jeld Wen. Pero, sobre todo, me quedo con los últimos 40 días frenéticos, cuando ya se daba todo por perdido. En estos días se diseñó el nuevo proyecto de Norma partiendo de cero. Y aquí hay que destacar el liderazgo de Pardo al frente de un equipo provincial. ¡Con la de viajes que hemos hecho a Valladolid y la solución estaba entre nosotros! Que nos sirva de reflexión para el futuro. ¡Vale ya de resignarse! La solución que nosotros aportemos siempre será mejor que la que nos impongan de fuera.
Entre los aspectos negativos a destacar durante el proceso concursal cabe mencionar la división entre los sindicatos (apostando por soluciones distintas, ninguna de las cuales era la buena -y es que una inversión no puede estar avalada solo por una central sindical-), el empeño de UGT de que la empresa no saliera a liquidación (demostrando no conocer la nueva Ley Concursal), la tarea de desinformación efectuada desde la misma fábrica contrarrestando la información facilitada por la Consejería de Economía a los grupos inversores interesados (que finalmente desembocó en la expulsión de uno de los causantes) , los distintos grupos inversores que han desfilado por la pasarela de Norma llevándose nuestras ilusiones, etc.
Parece que con el auto judicial adjudicando la unidad productiva de Norma ya ha culminado todo. “En veinte días estamos trabajando y todo volverá a ser como antes”. ¡Qué equivocación! Ahora empieza lo duro. Y lo primero es que cada uno de los actores conozca el papel que va a desempeñar en la obra. Mientras los guionistas no informen del nuevo proyecto convendría no se creen falsas expectativas, ni se pretenda marcar las pautas de la nueva empresa. O ¿es que no hemos aprendido de los errores pasados? Ya he leído a algún portavoz sindical afirmando que hay que “negociar las condiciones de igualdad de acceso a los puestos de trabajo, o la situación en que pueden quedar los 120 trabajadores con más de 55 años”.
¡Por favor, un poco de seriedad! Partimos de cero, de la nada.
PRIMERO. Hay una empresa nueva, con una nueva dirección y con un nuevo CIF. Una empresa constituída por socios que han puesto su dinero para ganar más dinero y otros socios cuyo único interés es el de reflotar una comarca. Estaban muy tranquilos en sus casas y se les ha espoleado para que ésto hoy sea una realidad. Sin conocerse, han sido capaces de unir esfuerzos por una causa. ¿No vamos a modificar nosotros nuestras actitudes en favor de un proyecto común que nos ponen en bandeja?
SEGUNDO. La nueva empresa, como es lógico, seleccionará su plantilla con los extrabajadores de Norma, por su experiencia y formación. Pero la selección la hará la nueva empresa, que es la que se juega su dinero. Evidentemente, nadie más.
TERCERO. Los nuevos trabajadores serán elegidos entre los más productivos y adecuados al puesto de trabajo que van a desempeñar. No se les va a elegir por el DNI, ni por su lugar de residencia o por amiguismo, sino por su productividad. Y deberán estar dispuestos a trabajar más por menos dinero.
CUARTO. Los sindicatos, principalmente, deberán cambiar su actitud. Tendrán que ser sindicatos de empresa, favoreciendo el diálogo entre la dirección y los trabajadores, en aras de un proyecto común. Deberán fortalecer su papel de “representantes” de los trabajadores, no meterse a asesores de la dirección ni mucho menos a dirigentes. Deberán desprenderse de las actitudes belicosas y maleducadas, a no ser que quieran poner fecha de caducidad al nuevo proyecto.
Paulino Herrero Amat. Alcalde de Navaleno.