viernes. 22.11.2024

Palabras...palabras....

Pobres palabras.  Dicen los profesores que los alumnos las mutilan, les cambian las letras, las sustituyen por signos matemáticos… A veces su ortografía es tan mala que las dejan casi irreconocibles, como restos de un naufragio. Este desaguisado apunta como primer culpable a los mensajes enviados a través de los teléfonos móviles y demás artefactos tecnológicos.

Pobres palabras.  Dicen los profesores que los alumnos las mutilan, les cambian las letras, las sustituyen por signos matemáticos… A veces su ortografía es tan mala que las dejan casi irreconocibles, como restos de un naufragio. Este desaguisado apunta como primer culpable a los mensajes enviados a través de los teléfonos móviles y demás artefactos tecnológicos.

 

            Pobres ellas, las palabras. A los personajes de la corrupción, a los que roban con pedigrí y guante blanco, les nacen palabras insidiosas, malintencionadas, astutas, falsas, ofensivas, degradantes…todas arropadas en un discurso altanero y envanecido como si los demás estuviéramos columpiándonos aún de las ramas de los árboles y no supiéramos el significado de “robar” y de “ladrones”.

 

Palabras, palabras. En el Congreso de los Diputados, para apagar el incendio de las deudas, de las corrupciones, del paro, de los recortes y demás desaguisados, el Gobierno y los diferentes grupos políticos se han lanzado calderos de palabras cargadas de complacencia, de incredulidad y de desconfianza. Pero es que el fuego está fuera, en la sociedad. Y ellos sin enterarse. Oye, ni una gota de alivio nos llega. Nada. Y ahí seguimos. No sé si en la intimidad cuando las palabras se libren del corsé de la sumisión a sus respectivos partidos políticos, los que momentos antes recibieron los aplausos de sus acólitos sientan remordimientos. No lo sé. Generalizar es deshonesto.

 

            Otras palabras por el contrario, son veraces, amorosas, solidarias, oportunas.  Su existencia reside en los valores morales y éticos del ser humano sin desviarse del surco de la honestidad. Y se desenvuelven no solo en la comunicación sino en la actitud generosa y noble de muchas gentes que entregan su tiempo y su trabajo en paliar tanto destrozo social dibujado en los rostros de los desposeídos. Bajo su paraguas nos nace la esperanza, la luz, el sosiego, la felicidad. Bonitas palabras.

 

            Guadalupe Fernández dela Cuesta

Palabras...palabras....