Quintanar y el organista Francis Chapellet
Uno de los mejores organistas europeos escribió un libro en el que hace un canto a Quintanar de la Sierra y su entorno, por ser el pueblo que le recibió hace ahora más de medio siglo.
El autor de este libro es, nada menos, que Francis Chapellet.
Quintanar fue para Chapellet la puerta de entrada de esta Castilla y de España a la que considera su patria. “En una de las torres de la Catedral de Burgos me encontré con una bella castellana,Angelines,y con su hermano Pedro, que acababa de regresar de Argentina”, indicaba el organista que “no olvidé mi promesa y semanas después llegaba a Quintanar a 80 kilómetross de Burgos, tras dos horas de autobús, por una carretera estrecha y sinuosa”.
De su llegada a la población recordaba el organista “un pueblo grande, con sus calles de tierra, casas de piedra, y gran cantidad de gente esperando y rodeando el autobús”. Chapellet decía “también recuerdo, al atardecer, los rebaños de cabras que, formando una procesión, se dispersaban por las calles para volver, sin ayuda, a sus establos”.
En la segunda temporada en Quintanar, y según recoge el libro Chroniques en Chamade, comenzó a despertarse en Chapellet , el creciente interés por el órgano español.
Hablaba el organista de su “ronda” por los bares y tabernas del pueblo, y de cómo le marcó la estancia en la población hasta el punto de que “me di cuenta de que España era mi segunda patria, y de que en Quintanar de la Sierra dejaba mi segunda familia”.
El “ilustre paisano”, como nos recuerda Antonio Mediavilla, dejó un documento singular en el que dona a la parroquia de San Cristobal de Quintanar el órgano que tenía instalado en la casa de Albarca de Campos, provincia de Palencia, una donación que queda subordinada a las obligaciones de organizar, como mínimo, dos conciertos de órgano al año, a celebrar una misa solemne en su memoria cada 3 de marzo, y a colocar la inscripción de su donación.
Quienes recuerdan a Chapellet, y reconocen su aportación al patrimonio cultural y su estima a Quintanar, creen que el Ayuntamiento debería de ofrecer un homenaje al organista y que una calle de la población serrana lleve el nombre de Francis Chapellet.