Esta fiesta, pensaron, podría llevarse a cabo en nuestro pueblo, en Neila. Y así se hizo. Y a ese inquebrantable deseo de no olvidar nuestra historia, seguimos cada año recordando a los que trazaron con sus vidas unos caminos bajo noches estrelladas y días de muchas ausencias. En esta ocasión se celebra el sábado día 6 de julio.
“Habían transcurrido diez días desde que llegaron los rebaños a los puertos de la sierra. Este año la fiesta preparada para recibirlos coincidió en domingo, día 27 de mayo, fecha en que los pastores, después de veintiún día de camino cruzan la mojonera de su querida tierra: sierra de Neila. No están cansinos a pesar de lo penoso que ha resultado recorrer la cañada con los campos sembrados de trigo, casi encañado, ciñéndoles los linderos. Los propietarios de los predios limítrofes no desean ninguna vecindad con los rebaños trashumantes a quienes se les supone protegidos todos sus derechos. Antiguamente era otra cosa, más considerados y menos expuestos a tanta lucha por defender el paso: noventa varas la cañada; cuarenta y cinco el cordel; y la vereda veinticinco. Los viejos agricultores tienen memoria y guardan el dicho ancestral: “Tres Santas y un Honrado tienen al pueblo agobiado”. Lo de las tres Santas, aclaran, La Santa Inquisición, La Santa Cruzada y la Santa Hermandad no hacen al caso, pero el Honrado Concejo de la Mesta, mejor que se haya ido al infierno” (De la autora: “Sombra de Majadas”).
Desde el siglo XIII hasta finales del siglo XIX los rebaños trashumantes gozaron de una fiscalización especial para proteger sus derechos de paso y el privilegio de los pastores para no “hacer la mili”. Recordar para vivir.