Hay una brutal e intensa pérdida de Biodiversidad, que llevará a la desaparición de un millón de especies en pocos años o la proliferación de contaminantes en todos los ámbitos, que envenenan nuestros suelos y aguas, hacen irrespirables muchas de nuestras ciudades o llenan de microplásticos los océanos. La realidad nos muestra que el modelo de producción y consumo de la Humanidad derrocha anualmente el equivalente a 1,7 veces el suministro que proporciona la Tierra, algo a todas luces insostenible, que implica agotar las necesidades que tendrán las generaciones futuras.
Ante esta crisis ambiental planetaria, son urgentes las acciones nos lleven a modos de vida con menos impacto ambiental, con sostenibilidad social, económica y ambiental, y que “circularicen” nuestro sistema productivo, de tal manera que dejemos de agotar las materias primas, de contaminar y de producir ingentes cantidades de residuos que el medio natural es incapaz de gestionar.
Sabemos que el Medio Rural es el ámbito territorial del cual los más de 7.500 millones de personas que pueblan la Tierra obtienen el agua que beben, los alimentos que comen, los materiales que utilizan, la energía que necesitan y los espacios naturales esenciales para que los ciclos biogeoquímicos que regulan los equilibrios del planeta sigan funcionando. Y uno de los territorios más significativos de ese espacio rural son los Ecosistemas Forestales, ese conjunto de masas boscosas claves para la Naturaleza y para la Humanidad, como nuestra Tierra de Pinares, que prestan unos servicios ecosistémicos poco conocidos, nada valorados, pero imprescindibles.
La Organización Mundial de la Salud reconoce que los bienes y servicios de los ecosistemas son esenciales para nuestra sociedad, nuestro desarrollo económico y nuestra salud y bienestar. Nuestros bosques participan activamente en las cuatro categorías principales de servicios que prestan los ecosistemas: servicios de aprovisionamiento como el agua, los alimentos y la madera; servicios reguladores como el control de plagas, la regulación del clima y la regulación de la calidad del agua; servicios culturales como la recreación y los aspectos patrimoniales; y servicios de apoyo como la fotosíntesis, la formación del suelo y el ciclo de los nutrientes.
Los bosques, aumentan la capacidad de infiltración de agua en el subsuelo, incrementan las reservas de agua, descontaminan los recursos hídricos, y mantienen acuíferos, zonas húmedas, embalses y manantiales. El bosque es responsable de una parte significativa de la alimentación del ganado y de las personas: frutos secos, aceitunas, recursos micológicos, trufas, plantas aromáticas y medicinales, productos cosméticos, hongos, etc… Obviamente, además, cuando hablamos de productos forestales, todos pensamos en la madera, clave para la fabricación de muebles y construcciones como casas, pero también de vallas, infraestructuras verdes y soluciones basadas en la naturaleza, barreras protectoras, etc… También el papel y el corcho tienen un origen forestal. Así mismo, el bosque es la principal fuente de una de las energías renovables más populares: la biomasa.
Otra función importante de los ecosistemas forestales es su capacidad de regulación. Un ecosistema saludable realiza tareas esenciales desde el control de plagas hasta la regulación del clima y el agua. Los bosques también desempeñan un papel importante en la mitigación del cambio Climático, pues son uno de los sumideros de carbono más importantes del planeta, junto con el plancton oceánico y los suelos. También contribuyen a frenar los impactos del Cambio Climático, especialmente la intensidad de los cada vez más frecuentes fenómenos meteorológicos extremos, reduciendo las temperaturas alta, las inundaciones, la erosión y la desertificación.
La función cultural de los ecosistemas forestales es frecuentemente subestimada. Un entorno natural, como el bosque, proporciona un ambiente saludable para las actividades de ocio y tiempo libre. Con su atmósfera relajante y la ausencia de factores de estrés social, los bosques ofrecen un lugar ideal para el aprendizaje, el encuentro con uno mismo y con los demás, la cultura, el deporte y las actividades recreativas.
Los bosques son un hábitat importante para numerosas plantas, animales y microorganismos. Los bosques sanos ofrecen una mayor diversidad de especies que cualquier otro ecosistema. Por lo tanto, la disminución de las zonas forestales y la falta de gestión o la gestión inadecuada de esas zonas es una amenaza muy grave para la diversidad biológica y, por lo tanto, para el ecosistema.
A pesar de la gran relevancia e innumerables servicios que prestan los bosques, están más amenazados y son más vulnerables que nunca. Las sequías, los incendios forestales, las enfermedades y la disminución de los recursos naturales, todo ello acelerado por el cambio climático y por la contaminación generalizada, están destruyendo la salud de los bosques y reduciendo las zonas cubiertas por ellos. Por lo tanto, los bosques deben ser protegidos y gestionados activamente.
Nuestro territorio forestal pinariego es un ejemplo, tanto en España como en Europa, de gestión modélica y sostenible del bosque y de sus recursos durante al menos un milenio. Proveemos a la población urbana de materiales, alimentos, agua, biodiversidad, energía, sumideros de carbono y otros recursos ecosistémicos sin reconocimiento social ni económico. Es esencial que tengamos en cuenta nuestro importante papel en el funcionamiento de nuestro modelo de producción y consumo, que reiteremos nuestras peticiones de compensaciones por las positivas acciones que realiza nuestro territorio y que consigamos que la riqueza que la actividad forestal presta, en todas sus manifestaciones permanezca bajo el control de nuestros pueblos, de las gentes y las empresas que aquí viven y que evitemos que grandes consorcios ajenos a nuestra realidad más próxima, pretendan asumir la gestión y la explotación de nuestras producciones relegando al olvido la responsabilidad con que serranos y pinariegos han mimado nuestros bosques.