Sostenibilidad Ambiental & Sostenibilidad Humana, por Paulino Herrero
Los que vivimos en Pinares hemos interiorizado el modo de vida de nuestros antepasados y el fundamento del desarrollo de nuestros pueblos a lo largo de la historia.
Hemos asumido que debe orientarse a la mejora de la calidad de vida de las personas siendo respetuoso con el territorio en el que vivimos. Ésto que , desde el punto de vista de la ecología, se conoce por “sostenibilidad” fue el paradigma de vida de la comarca desde tiempo inmemorial; el hombre hacía un uso responsable de los recursos forestales, siempre por debajo de los niveles de producción. Había un equilibrio que permitía el desarrollo de las personas y los pueblos, y ese es el mayor legado que nos han dejado nuestros antecesores: no solo el monte-pinar sino el modo de vida sostenible ligado a él.
La sostenibilidad no es el final de la etapa, sino un proceso de desarrollo que mide la acción del hombre en relación a su entorno. Sostenibilidad es promover el progreso económico y social respetando los ecosistemas naturales y la calidad del medio ambiente. Ni que decir tiene que entre las variables hombre y entorno la especie humana es la principal y la referencia del proceso de sostenibilidad. Donde no hay personas el paisaje se matorraliza y pierde biodiversidad. Si no hay personas no hay acción política porque es el hombre el destinatario de toda acción política. Y últimamente estamos asistiendo a muchos casos de indiferencia (como si el hombre no estuviera) de las instituciones respecto al hombre que vive en el medio rural en general y el medio rural forestal en particular. A las autoridades regionales les preocupa mucho la sostenibilidad de los montes de UP y poco o nada la sostenibilidad de quienes habitan esos territorios. En el municipio de El Royo las autoridades regionales gestoras del monte de UP han desautorizado un proyecto municipal que promovía la atracción y fijación de población a través de una actividad económica relacionada con la economía circular plantando frutos silvestres en una parcela de su monte catalogado como de UP. En Navaleno, su ayto. trata de descatalogar una parcela de monte de UP para uso industrial ante el interés de una empresa por instalarse; no hay otra opción que la descatalogación si no quiere renunciar a su futuro porque el monte de UP ocupa el 97,3 % de la superficie del término municipal y el resto corresponde al núcleo urbano; el expediente lleva abierto desde junio del 2014 y va para largo, seguramente hasta que la empresa se canse de esperar. Son ejemplos, como hay cien, de que nuestras autoridades no tienen claro el modelo de desarrollo rural que necesitan los pueblos de Pinares. Los montes de UP deben generar empleo y riqueza en el territorio donde están enclavados, como corresponde a un desarrollo inteligente y sostenible. Sin embargo, la autoridad de gestión de los montes de UP dirige el producto de nuestros montes hacia el exterior para crear riqueza en otros territorios. Se les llena la boca de “sostenibilidad ambiental” cuando, precisamente, están haciendo lo contrario: insostenibilidad humana por la emigración de nuestra gente, e insostenibilidad ambiental por el aumento del precio de la madera por el transporte y el incremento de la huella de carbono.
Desde 1992 (Cumbre de Río) no hay discusión sobre la sostenibilidad ambiental e, incluso, se alienta en todo proceso de desarrollo con legislación específica, como no puede ser de otra forma si queremos dejar un planeta habitable a las generaciones futuras. Hablamos del planeta Tierra en general, donde los países acuerdan tomar medidas de tipo medioambiental para no poner en riesgo la sostenibilidad humana. Sin embargo, descendiendo a lo particular, en provincias como la nuestra lo que está en peligro no es el medioambiente sino la especie humana. El proceso de declive del medio rural soriano no encuentra respuesta correctora en la acción política de la autoridad competente. Todo lo contrario, coadyuva y acelera el proceso cuando a cada dato negativo que ofrece el medio rural la administración corresponde, de manera mecánica e inexorable, con su acción política consiguiente: si nacen pocos niños se cierran unidades escolares; si se pierde población y tarjetas sanitarias se cierran las urgencias nocturnas; si un servicio básico no se presta con la eficiencia económica requerida se prescinde de él; etc. etc. etc. Todo se hace con criterios de PIB y densidad, de forma neutra, sin sensibilidad, y las decisiones se toman en la gran urbe, con óptica de ciudad. Allí unos chicos listos que conocen muy bien los pueblos nos cuentan los problemas que tenemos y cómo hay que solucionarlos; no dan margen para hacer otra cosa ni preguntan qué necesitamos, pero si el resultado no es el esperado la culpa es nuestra. ¡Este es el churro de política de desarrollo rural que tenemos! Pero ¿quién es el guapo que les dice a los chicos listos, sin que te traten de tonto, que esas políticas no funcionan, que están tirando el dinero y que tienen que contar con las personas que viven en los pueblos para elaborar una estrategia de desarrollo para que sus políticas tengan éxito? Me duele decirlo, pero la sostenibilidad humana en Soria ha llegado a un punto de no retorno. Salvo la capital y su alfoz, el Burgo-San Esteban, Almazán y Ágreda-Ólvega el resto de la provincia está en peligro, incluso Pinares si definitivamente la administración gestora de los montes de UP se decide a aplicar la nueva ley de montes en toda su extensión y persiste en la modificación de la ley regional para adaptarla a la nacional. Confío que la gente de Pinares sabrá defender lo suyo llegado el momento.
No pretendo ser pesimista por presentar hechos objetivos, sino todo lo contrario. Creo en mi pueblo y creo en mi comarca. Su gente, sus atractivos y el no depender de los pagos de la PAC me hace ser optimista respecto a su futuro, pero no podemos esperar que desde fuera se aporten las soluciones que necesitamos sin exigirlas. Y mientras se modifiquen las estructuras para un nuevo modelo de desarrollo rural debemos ser conscientes de que esta situación del medio rural es insostenible desde todos los puntos. Se necesita acción política urgente coordinada con los agentes locales y el flujo de fondos que sistemáticamente se le ha privado al medio rural.
Queremos sostenibilidad ambiental que conjugue desarrollo humano y preservación de los recursos naturales. Deseamos una sostenibilidad económica, con una población capacitada para solventar sus problemas económicos y satisfacer sus necesidades. Y necesitamos una sostenibilidad social, una sociedad con valores, respetuosa, capacitada, participativa y solidaria. Pero reclamamos una sostenibilidad humana. Pueblos viables y con futuro. Que se ponga al hombre que vive en los pueblos en el centro de la acción política para que de verdad obtenga las mismas oportunidades que los de la ciudad en términos de servicios e infraestructuras viarias y de las nuevas tecnologías. Y cuando nos referimos a los servicios no lo hacemos solo a educación, sanitarios y servicios sociales, sino a todos (bancarios, de ocio, financieros, asesoría, turísticos, comercios, etc.). No solo los merecemos por razones de igualdad, sino que ya los estamos pagando diariamente a la sociedad con los bienes públicos y semipúblicos (sumidero de CO2, paisaje, ocio, continente de agua, biodiversidad, energía, etc.) que nuestros bosques otorgan a la colectividad, valorados económicamente en un precio 10 veces superior a la remuneración por los aprovechamientos de todos los productos forestales.
Recientemente se ha conocido una inversión de 3 M € de fondos europeos para investigar el hábitat de la alondra ricotí en la provincia de Soria, un proyecto life de la Universidad de Alcalá y la Diputación de Soria en colaboración. ¿Conocen algún proyecto para revitalizar la especie humana en alguna comarca soriana por idéntica cantidad? … Pues eso, sostenibilidad humana para que pueda haber sostenibilidad ambiental.
Paulino Herrero Amat
Alcalde de Navaleno.