viernes. 22.11.2024

De 1521 a la actualidad: rebelión y distintas demandas

Desde entonces ya Castilla no se ha vuelto a levantar. La frase tan tarareada no es del todo cierta.

La revuelta de las Comunidades no fue un levamiento popular, sino algo más similar a una pataleta de familias nobiliarias que veían mermar sus privilegios feudales y como siempre, utilizaron al pueblo, en este caso los habitantes de las ciudades, como mecha en medio de una extendida hambruna tras pésimas cosechas con falta de alimentos.

Pusieron entonces su punto de mira contra el Rey, Carlos I, a quien acusaban de gobernar a distancia, rodeado de consejeros extranjeros que no conocían la realidad de Castilla, y, para mal de males, ni siquiera hablaba el castellano.

Estábamos en otra ubicación. La gente que habitaba estas tierras,- en nuestros montes no pues seguramente no llegaban estas corrientes ciudadanas- se creían que estaban en el ombligo del universo. Desde aquí se había puesto en marcha la misión exploradora al nuevo mundo. Se había forjado un nuevo horizonte político, económico, social y territorial. Era la cresta de la ola.

Luego vino la decadencia, y de castillos en ruinas, casas solariegas venidas a menos y familias nobiliarias de postín pero sin dinero, tenemos una buena variedad. Los siglos XVII y XVIIi fueron épocas de auge para territorios como el de Pinares. El auge de la carretería y la bonanza económica todavía se puede rastrear en los dinteles de muchas de las casas que todavía hoy guardan su consistencia y ejemplaridad. Las iglesias se levantaron, ampliaron o embellecieron gracias a esta entrada de dinero del exterior.

También caímos. Como los comuneros, como las villas y ciudades castellanas, como los transportes por caminos y sendas. Llegó el ferrocarril y se estrecharon distancias, modernizaron infraestructuras, y de los pueblo salió la gente en manada., A América, a Alemania, a Suiza, a Francia, a Fernando Poo….

500 años después la visión de los problemas que nos rodean es totalmente distinta a la de entonces. Ahora queremos ser más, para no tener que sufrir la represión por ser menos. Necesitamos batallar contra unos gobiernos que no hablan el mismo idioma que el nuestro, pero no para echarlos de nuestro territorio, sino que nos tengan en cuenta en la proyección del suyo. Ahora nos cortan la cabeza no para escarmiento de quienes osan rebelarse, sino para enseñarnos a hacer política, y no sólo dejamos que nos la corten, sino que aplaudimos en masa a quienes se atreven a subir al patíbulo. Son otros tiempos, claro.

De 1521 a la actualidad: rebelión y distintas demandas