La campaña micológica viene marcada por la pandemia de la covid-19 y el impulso que la hostelería necesita
Abrimos una nueva temporada otoñal, y con ella llega el recurso micológico en toda su plenitud.
Este año las condiciones meteorológicas parecen más favorables, aunque sigue teniendo este mundillo una vertiente misteriosa que no acabamos de interpretar.
Mantenemos la fragmentación de cotos micológicos en la comarca pinariega de Burgos y Soria,y territorios colindantes. Pese a las llamadas a una mayor unión, se siguen decidiendo las normas de uso en marcados territorios con fronteras invisibles para quienes llegan por este espacio a disfrutar del recurso de las setas.
La pandemia de la covid-19 también va a estar presente en esta nueva temporada. Los montes tendrán ese ‘efecto llamada’ a quienes, preocupados por los riesgos en el hacinamiento de las ciudades, van a liberarse entre las masas forestales, y hacer de la recolección su actividad principal. Esto va a traer consigo una mayor masificación, a la que tendremos que hacer frente para evitar males mayores.
Si estas condiciones favorables culminan en una mayor fructificación de las setas, a ese aumento de gente en el monte sumaremos los depredadores, quienes llegan a esquilmar esta apreciada fuente de riqueza medioambiental y gastronómica. No se ha movido nada desde la pasada temporada. Seguimos estando tan en precario como estábamos. Todo apunta a que se volverán a registrar problemas similares con las consecuencias negativas que no nos gustaría repetir pero que, vistas las fechas, volvemos a dejar a merced del expoliador.
¿Qué ha cambiado entonces de este año a esta parte?. No está igual la hostelería. La tenemos muy tocada. Tras varios meses de cierre ante el confinamiento, el verano ha tenido para los regentes de hoteles y restaurantes una sensación agridulce: más gente, menos horario y menos caja.
Desde fuera, podemos aconsejar a los hosteleros que conviene ahora echar el resto, redondeando la campaña de verano con toda la artillería en los fogones. Sin embargo, este pesimismo poco cantarín y bullanguero, obliga a poner el freno, haciendo menos acopio en setas que lo deseable para tapas, platos y menús, y metiendo la testuz a buen recaudo no vaya a ser que sea destino de lanceros y gente del arte de la banderilla, poco diestros con la abertura del monedero.
En conclusión, que se nos presenta una temporada con más fantasmas de lo habitual. No hemos solucionado los problemas pendientes, pero el tiempo, de momento, nos acompaña A ver qué pasa (o que no pasa).