Las carencias de Pinares ante el reto de 2023 para evitar el abandono institucional
El año que ha terminado ha vuelto a poner de manifiesto nuestras virtudes y vergüenzas.
Contamos con un patrimonio natural de primer nivel, reforzado por la declaración del nuevo espacio natural en Los Sabinares del Arlanza, y aderezado con inversiones y dotaciones como las que se han acometido en la zona de La Laguna Negra de Urbion, la pasarela de La Yecla o el Mirador de Castroviejo, y con un plan de ordenación de las masas forestales, de las que nos gustaría contar con una mayor autogestión, pero que está dando buenos resultados.
Está subiendo el turismo, hasta el punto de recibir a los visitantes durante todos los meses del año, incluso los meses difíciles del arranque del año, y se ha ganado mucho en gastronomía, adecuación de casas rurales, hoteles y campings cada vez más completos. Inversiones millonarias como las que se van a acometer en Covaleda y Duruelo de la Sierra viene a reforzar la mejora dotacional en forma de infraestructuras para dar servicio al turismo.
El Covaleda Fest, El Musical Alladin en Salas, El Motorbeach junto a La Cuerda del Pozo, El Desafío Urbión, La Sala Retógenes de Navaleno, las actividades en Covarrubias, El Demandafolk o El Bosque Mágico en San Leonardo de Yagüe, se han consolidado como eventos capaces de atraer, movilizar y proyectar espacios y recursos con los que se cuenta en Pinares.
Pero ahí están las vergüenzas…, y se dejan ver en la pedida continuada de servicios, con menos empresas y las que siguen funcionando, lo hacen con menos trabajadores las entidades bancarias, menos bares y locales de ocio, las dificultades para poder contratar a personas en el sector de la hostelería, todo ello en el marco de una progresiva pérdida de población, que se deja ver en el descenso de los censos de empadronados en los distintos municipios.
Queda también como un lastre la excesiva lentitud con la que se acometen proyectos necesarios para la comarca , como el Centro de Salud ubicado en San Leonardo de Yagüe, y al que le queda un largo recorrido para convertirse en una realidad; o la carretera de conexión directa, sin pasar por el núcleo de Salas de los Infantes, entre la nacional 234 y la CL-117.
Estas carencias son muestras del abandono institucional. Seguimos fuera de los grandes ejes de decisiones, y esto se nota. No hay proyectos que nos ayuden a mudar la visión pesimista que muchos mantienen para el futuro de la comarca. Hay indicios, aproximaciones, posibilidades, pero no hay hechos. Siento que estamos cada vez más alejados del desarrollo global que se espera para este gran territorio pueda despegar.
Tenemos materia prima para creer en un futuro prometedor. Nos faltan herramientas, y entre ellas está ese incentivo para redescubrir nuestras potencialidades. Mientras, seguiremos rumiando lo que ingerimos en décadas atrás, hasta que se acabe el alimento.