jueves. 13.03.2025

El impulso de la trufa necesita un Centro de Interpretación en Pinares

La trufa se ha convertido, en el invierno de esta tierra, en un importante reclamo para atraer gente dentro de una de las épocas del año en la que, en los pueblos, estamos los de casa. 

 Las ferias de Abejar y Covarrubias, Soria & Trufa, la Ruta dorada de la Trufa, la novedad de Trufax en Medinaceli…hacen que el diamante negro de la cocina invada buena parte de la actividad cotidiana en estas semanas.

Lo que comenzó siendo un aliciente gastronómico, ha ido tomando forma en una potente actividad. Ya no sólo nos desplazamos kilómetros para comer creaciones culinarias con trufa, sino que aprovechamos un fin de semana, o tres días, para visitar una finca trufera y conocer cómo se hace la recolección de la trufa con perro y, para no atragantarnos con tanta trufa alrededor, damos paseo por el entorno: recorremos parte de El Cañón de Río Lobos, subimos a La Laguna Negra, si se puede, o hacemos la ruta por los Sabinares del Arlanza, entre Santo Domingo y Covarrubias…si nos atrevemos combinamos la trufa con las matanzas de El Virrey en El Burgo de Osma.

El tema funciona, y no hay nada más que ver las caras de satisfacción que tienen los truficultores, poseedores de una cosecha que, a diferencia del cereal, se coloca bien o muy bien, pero tiene salida, seguro. Ellos se están preocupando por sacar a la superficie una trufa de mayor calidad, con un cultivo más cuidado, complementado  con nuevos avances, y una mayor tecnología, sin desviar la importancia del ojo humano. A ello se suma la idoneidad de la lonja que ha empezado a funcionar en Abejar por segunda temporada consecutiva.

Todo idílico. Todo bien pero….hablamos de una producción efímera, muy condicionada por las variaciones meteorológicas, en una cadena que no siempre tiene las características que enumeramos y en la que se introduce mucho oportunista, gente que quiere ganar un dinero rápido y fácil, intermediarios que aspiran hacer el agosto en febrero y, en definitiva, carencias que debilitan esta propuesta gastronómica y turística de la que ya hace tiempo están haciendo alarde en otras comarcas de vecinas Comunidades autónomas. Falta la Marca de Garantía y la captación de un turismo internacional que está muy interesado en este sector, al que hay que ofrecer un completo paquete que compense su largo desplazamiento.

Falta un Centro de Interpretación de la Trufa, un espacio en el que el visitante pueda recibir la información completa, canalizar rutas y visitas guiadas, y conocer todo el proceso, con la consiguiente trazabilidad de este valioso recurso. Sería algo así como el punto cero, arranque de un elenco de posibilidades para que la gente que llega a la zona tenga claro qué y cómo puede aprovechar el tiempo, unas instalaciones cuyo contenido sirviera de incentivo para luego avanzar en las numerosas propuestas aprovechables, y a la vez desaprovechadas,  en esta época del año. Esa Mesa de la Trufa que fue origen e incentivo para todas estas actividades ya instauradas debería de agrandar su misión. Hay futuro, y lo tenemos que canalizar bien.

El impulso de la trufa necesita un Centro de Interpretación en Pinares