Incertidumbres para un verano que sigue marcado por la pandemia del covid
Nos adentramos en un verano repleto de incertidumbres. En teoría, vamos a mejor en todos los ámbitos. La situación de la covid-19 resulta menos complicada, por el avance de la vacunación. La eliminación de las restricciones nos permite aumentar la movilidad, disfrutar de más servicios con horarios más ampliados.
El dinamismo social nos muestra, de forma tímida, una reactivación económica que se empieza a notar más en el sector turístico, y que, esperemos, se contagie al resto de los sectores que sujetan la economía que nos mantiene.
Sin embargo, no tenemos una hoja de ruta clara. Los ayuntamientos no saben si pueden organizar o no actividades durante este verano; y si lo saben, dudan si es conveniente hacerlo. Las familias no acaban de decidir si han de reunirse en celebraciones como si nada pasara,- o hubiera pasado-, o posponerlas para fechas menos cuestionadas. Los grupos y colectivos no se atreven a asumir la responsabilidad de programar actuaciones ante posibles sobresaltos…. Todo parece estar confuso, mientras las medidas y decisiones institucionales son cuestionadas por otras administraciones bajo el argumento de que se invaden competencias, y son los jueces quienes deben dirimir con resoluciones, muchas veces contradictorias, que en nada ayudan a la adopción de decisiones coherentes y de implantación general.
Frente a este revoltijo de situaciones inciertas, los gurús del momento son los expertos, que ahora aparecen por doquier. Sus decisiones sientan cátedra, y lejos de aliviarnos al afrontar el problema nos rellenan el cuaderno de interrogantes, haciéndonos culpables a cada instante de empeorar una situación que sólo avanza males mayores. De repente, se duda de la idoneidad de una vacuna, y al poco se impone como la más segura del mundo. Lanzan incógnitas sobre la conveniencia de inyectarse la misma vacuna en la segunda dosis. Luego nos dicen que decidamos sobre cuál nos queremos inocular, y cuando ya tenemos la decisión tomada, nos desautorizan bajo el argumento de que todas son igual de buenas, y, es más, que serán efectivas de por vida, cuando ni siquiera ha pasado un año desde las primeras investigaciones.
Y para dar coberturas a los expertos, tenemos a los tertulianos que se posicionan con una autoridad incuestionable en distintos programas de los medios de comunicación. Como saben de todo, nos indican lo que tenemos o no tenemos que hacer. Una conocida locutora de un programa de radio de ámbito nacional expresaba, con toda la naturalidad del mundo, que ella iba a llevar ya siempre la mascarilla, pues que había descubierto las ventajas de protección del tapabocas. Y yo pensaba, ¡Cuánta imprudencia¡…Podemos volver a los bunker y hacer nuestra vida bajo tierra, subdivididos por burbujas, y sin mirarnos, no vaya a ser que nos contagiemos algo….
Y este recelo antisocial escoltado por un ejército de dudas el que nos lleva a confundir una reunión de jóvenes con un macrobotellón, una cena al aire libre con una bacanal, y el amor con el peor de los vicios, cargado de los virus más contagiosos.