La insoportable lentitud de la obra en el último año
Si hacemos un resumen del año que ha expirado, nos sobran dedos de una mano para contabilizar las obras y proyectos que se han hecho realidad durante este tiempo.
Seguimos en un tiempo de transición. Nos cuentan, comentan y aseguran que hemos dejado atrás la crisis. Sin embargo, en las casas, en las empresas, en los Ayuntamientos y en las instituciones en general, no se acaban de quitar la losa de las restricciones.
Si hacemos resumen del año, nos sobran dedos de una mano para contabilizar las obras y proyectos de envergadura que se han transformado en realidad durante este tiempo. Los ayuntamientos han seguido haciendo sus deberes, con pavimentaciones, sustituciones de redes, iluminación…pero nadie se atreve a salirse del circulo y apostar por una iniciativa ambiciosa capaz de dar la vuelta a la situación de parálisis que se vive en algunos sectores de la comarca.
El proceso se hace más lento y tedioso cuando se cuenta con la participación de otras administraciones. Agalsa y Asopiva van a recuperar parte del recorte que la Junta decretó a los proyectos de desarrollo rural, y que ha supuesto también una ralentización de determinadas iniciativas. El proyecto ambicioso de la biomasa para la comarca sigue encallado, las masas forestales siguen sin ser foco de empleo, hay expectativas pero no hechos en una propuesta para el turismo de nieve, a ritmo lento y un tanto confuso quiere avanzar la Vía Verde del Santander-Mediterráneo, nuevos centros de Salud en Salas y San Leonardo están todavía más cerca del limbo que de la realidad, la presa de Castrovido parece la obra del Pilar, y no hay visos de futuro para una vía rápida en la nacional 234.
Da la sensación de que hemos perdido la capacidad por ilusionarnos. Nos atenaza el miedo a que esto no funcione, o aquello no acabe de ser una propuesta de futuro. Y nos sentimos impotentes, solitarios, y en algunos casos abandonados, entre una naturaleza que nos desborda, y cuya riqueza está todavía sin canalizar ni aprovechar, en una Reserva que guardamos con celo, y cerramos con llave, mientras por la ventana se nos escapa la savia nueva, la juventud, en busca de otros parajes donde anidar, menos exuberantes y bellos, pero más prácticos, donde el sueldo llega a casa y se puede sobrevivir, aunque lejos del hogar.
El tiempo de transición debe de acabar, o de lo contrario terminará con nuestra ambición. En este año, sí nos quedamos con el inconformismo que han mostrado algunos Ayuntamientos, con sus alcaldes a la cabeza; asociaciones que quieren resultar incómodas a los que nos gestionan, o vecinos que sacan la cabeza a través de medios como www.pinaresnoticias.com, a fin de denunciar la situación que vivimos, y que debemos cambiar.
¡Por un provechoso y venturoso 2016 para todos¡.