El éxito mediático y participativo de la manifestación contra la España Vaciada nos hace volver a creer en nosotros mismos. Todo es posible. Somos capaces de plantar cara a la adversidad y hacer doblar la rodilla a los políticos. Estupendo. Vivimos nuestra época dorada. La fiesta continúa. Hoy el noble y el villano, el prohombre y el gusano bailan y se dan la mano sin importarles la facha.
Sin embargo. Mirando por la ventana vemos que la carretera sigue con sus baches. La escuela cerrada. La Casa de la Tía Agustina ya no se abre por primavera y Julio se va con la familia a vivir a Alcorcón. Y con la resaca a cuestas, vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas.
¿Qué hay de la fiscalidad reducida?, ¿Dónde se queda la idea de un retorno a la vida en los pueblos?, ¿Es real una energía sostenible en un modelo de comunidad rural?, ¿Son los pueblos Reservas para turistas y profesores especializados?, ¿Vamos a seguir financiando las infraestructuras donde se acunan votos y se ganan elecciones?. Son preguntas sin una respuesta clara. Apurad que allí os espero si queréis venir, pues cae la noche y ya se van nuestras miserias a dormir.
Enredados andan los políticos en las generales, municipales y autonómicas, y aparcan las peticiones de la España Vaciada, aún a sabiendas que, a la disputa del voto del vecino del pueblo, han de prometer todo lo posible, y lo imposible también, para convencer de que ‘Ahora sí’, el mundo rural va a recibir el tratamiento que se merece. Y pusieron un cartel con la foto de los tres y banderas de papel verdes, rojas y amarillas. Y al darles el sol la espalda, revolotean las faldas bajo un manto de guirnaldas para que el cielo no vea.
Sentados ya en el despacho, con la agenda repleta de actos diversos, con foros inservibles, encuentros inapropiados y asistencias a congresos donde bien se nos vea en las cámaras, aparcamos una vez más las necesidades que prometimos dar respuesta en la histórica manifestación del 31 de marzo. Esto no hay quien lo resuelva, y total cada vez queda menos gente en los pueblos. No quiere vivir la gente en estos sitios, para que nos vamos a complicar nosotros. Se despertó el bien y el mal, la zorra pobre al portal, la zorra rica al rosal y el avaro a las divisas.
Expresaba el profesor Jesús G. Regidor, en artículo publicado el sábado 30 en El País, que la despoblación no es la causa sino el efecto del atraso socioeconómico y de la inacción pública. Recordaba que disponemos desde hace tiempo de una política rural de Estado, y no se explicaba por qué sigue sin aplicarse. Se acabó, el sol nos dice que llegó el final. Vamos bajando la cuesta que arriba en mi calle se acabó la fiesta.