A medida que se iba conociendo el recuento de votos de las distintas poblaciones, aumentaba la alegría de candidatos y representantes de la formación. En el planta baja de la sede, y entorno a la pantalla gigante, el grupo iba celebrando un respaldo que ya se antojaba exitoso. Lanzaban gritos y había aplausos, mientras uno de ellos leía el alto el número de votos en cada localidad, adquiriendo un entusiasmo mayor cuando se trataba de las mesas electorales de la ciudad de Soria.
Ellos sabían, y las encuestas así lo auguraban, que el apoyo a la plataforma iba a ser grande y sonado, y no se acaban de creer ese tercer procurador que sólo alguna optimista encuesta apuntaba como una posible realidad. “Toño vete calentando”, gritaban exultantes, en referencia al tercero de la lista, que, cuando se confeccionó, parecía casi imposible que saliera.
Este resultado abrumador para los de Soria YA, que hubiera sido crucial para una obligada reflexión en las filas de PP como PSOE, fue interpretado, por algunos de los representantes de estos partidos, como una equivocación de la ciudadanía. Desde los populares se criticaba que el voto se hubiera dirigido a una plataforma que ni siquiera tiene un partido estructurado, ni presencia regional ni nacional; y los socialistas lamentaban que se hubiera desviado el voto que tenían amarrado para su segundo procurador y, con otros dos de León, haber empatado a los del PP.
En ninguna de las dos formaciones con proyección vi yo un reconocimiento a la labor de una plataforma que lleva dos décadas clamando por una mayor atención hacia Soria, saliendo a la calle, con mesas informativos, reclamando inversiones económicas en servicios básicos y pidiendo un freno a la sangría poblacional.
Desde los grandes partidos han permanecido ciegos a la realidad de las zonas rurales. No dan puñetazos en la mesa ni se plantan, ya que saben que en Valladolid o en Madrid les van a regañar y no van a medrar en el partido. Ahí está el problema. Temen más el rechazo de los que controlan el aparato, que los reproches de los ciudadanos a los que representan.
Algo así está pasando en el cisma que se ha abierto en el Partido Popular. No son los intereses de Castilla y León, Madrid o España, sino que el partido esté ahí en primera línea, rozando poder. El resto no vale lo suficiente.