1 de febrero de 2020, 13:54
Cada declaración de uno de sus representantes la miramos con lupa, por aquello de qué habrá querido decir, a dónde nos lleva, a quien se arrima o qué es lo que puede sacar.
Lo cierto es que vivimos un momento insólito. Por primera vez en la historia de estos movimientos,
su opinión cuenta en el seno del Gobierno nacional, donde se toman las decisiones de mayor
calado, y se mueven las principales cifras de inversión y actuaciones globales.
Hay un Ministerio para El Reto Demográfico y hay un diputado de Teruel Existe, imprescindible para la gobernabildad de este pais y que puede inclinar la balanza de las actuaciones en paliar las
enormes carencias y solucionar los problemas con los que topan cada día las áreas rurales.
Después de las emociones, también llegan las decepciones. Desde Teruel Existe nos aclaran
que no son representantes de la España Vaciada, sino de Teruel. Nos dejan claro que revertir la
tendencia de desaparición de los pueblos no está en manos de un Gobierno sino que exige una reforma
de calado multidisciplinar, a la que no se accede únicamente con subvenciones y ayudas púbicas.
Las Plataformas contra la despoblación coinciden en el objetivo, que es global y común a
todas ellas; pero difieren en el procedimiento, y aquí es donde está el eje vertebrador, pues ha de
unir y no disgregar, en una sola voz, para una única y permanente dirección.
Alabo el trabajo de quienes al frente de las Plataformas están dedicando buena parte de
su tiempo para enrolarse en una causa común. Temo la excesiva fragmentación en comarcas y
provincias, si bien es una buena manera de articular el territorio, pueda ser también una clara
forma de dibujar fronteras y amontonar enemistades.
Nos falta práctica. Sobre el papel, los movimientos que han surgido en distintos territorios, y que
claman por revertir la situación, tiene buena pinta. Sin embargo,
desconocemos si estos colectivos, movidos de forma autónoma, son capaces de dar salida a parte de
los problemas del territorio al que dicen representar.
Estamos ante una gran oportunidad. El 31-M está todavía ahí presente, las plataformas siguen
tomando fuerza y hay un Gobierno dispuesto a escuchar. No caigamos en enfrentamientos banales,
en discusiones inútiles y en valoraciones precipitadas. El avance de las plataformas sólo
tendrá éxito si hacemos frente común y una lucha unida, exigente y continuada . De la otra
forma, ya conocemos los resultados, pues los sufrimos en el día a día.
Lo cierto es que vivimos un momento insólito. Por primera vez en la historia de estos movimientos,
su opinión cuenta en el seno del Gobierno nacional, donde se toman las decisiones de mayor
calado, y se mueven las principales cifras de inversión y actuaciones globales.
Hay un Ministerio para El Reto Demográfico y hay un diputado de Teruel Existe, imprescindible para la gobernabildad de este pais y que puede inclinar la balanza de las actuaciones en paliar las
enormes carencias y solucionar los problemas con los que topan cada día las áreas rurales.
Después de las emociones, también llegan las decepciones. Desde Teruel Existe nos aclaran
que no son representantes de la España Vaciada, sino de Teruel. Nos dejan claro que revertir la
tendencia de desaparición de los pueblos no está en manos de un Gobierno sino que exige una reforma
de calado multidisciplinar, a la que no se accede únicamente con subvenciones y ayudas púbicas.
Las Plataformas contra la despoblación coinciden en el objetivo, que es global y común a
todas ellas; pero difieren en el procedimiento, y aquí es donde está el eje vertebrador, pues ha de
unir y no disgregar, en una sola voz, para una única y permanente dirección.
Alabo el trabajo de quienes al frente de las Plataformas están dedicando buena parte de
su tiempo para enrolarse en una causa común. Temo la excesiva fragmentación en comarcas y
provincias, si bien es una buena manera de articular el territorio, pueda ser también una clara
forma de dibujar fronteras y amontonar enemistades.
Nos falta práctica. Sobre el papel, los movimientos que han surgido en distintos territorios, y que
claman por revertir la situación, tiene buena pinta. Sin embargo,
desconocemos si estos colectivos, movidos de forma autónoma, son capaces de dar salida a parte de
los problemas del territorio al que dicen representar.
Estamos ante una gran oportunidad. El 31-M está todavía ahí presente, las plataformas siguen
tomando fuerza y hay un Gobierno dispuesto a escuchar. No caigamos en enfrentamientos banales,
en discusiones inútiles y en valoraciones precipitadas. El avance de las plataformas sólo
tendrá éxito si hacemos frente común y una lucha unida, exigente y continuada . De la otra
forma, ya conocemos los resultados, pues los sufrimos en el día a día.