Los pueblos como escudo electoral, pero ¿quién soluciona sus problemas?
Avanza la campaña electoral para los comicios del 13 de febrero, y parece que llevamos una eternidad en medio de esta vorágine de acusaciones y excusas.
Hemos podido conocer los programas de las diferentes formaciones políticas, sus promesas y compromisos con los que sacan pecho para ganarse el voto del censado más indeciso o intentar cambiar el del que lo tiene claro desde el principio
La sanidad ocupa buena parte de las propuestas para este futuro de legislatura que está por empezar. Pública, abierta, que alcanza a todos los rincones de la Comunidad, con más dotaciones e inversión,…en fin que, gane quien gane, vamos a estar mejor de lo que hasta ahora podíamos imaginar.
Hablan de educación, de energías renovables, de infraestructuras y servicios, del apoyo a los autónomos, de cheques-bebé, de incentivos para la instalación de empresas,… Todo se mezcla en un cóctel de soluciones para que no nos falte de nada.
Aunque suene a manido, esta actitud envalentonada por la proximidad de unas elecciones me recuerda al despotismo ilustrado francés a la frase del ‘Todo para el pueblo, pero sin el pueblo’. Y es que muchas de estas propuestas e ideas se desvanecen a partir del 14 de febrero bajo el argumento de que “no hay presupuesto”, “no les interesa a las operadoras”, “hay otras prioridades más urgentes”, “necesitamos el apoyo del Gobierno Central y Europa”,… y todo vuelve a ser como antes, similarmente distinto.
Estoy notando estos días que al llamado ‘Mundo Rural’ se le utiliza como escudo, carta de presentación, comodín o argumento infalible. Queda muy bien posicionarse a favor de la vida en los pueblos. Apoyar el desarrollo de muchos núcleos que están en la sala de espera de la incineración. Está de moda hablar de lo natural, ecológico, equilibrio sano, energías limpias…, pero seguimos contemplando a los pueblos como lugares de descanso, donde pasar unos días para descongestionar nuestra mentalidad urbanita.
El movimiento se demuestra andando. Y los partidos políticos y agrupaciones de electores deben de poner las miras en la lucha contra la despoblación, en evitar que los pueblos desaparezcan, y para ello no hace falta palabras grandilocuentes sino acciones concretas, de puerta por puerta, plaza, calle o pedanía concreta. Cada sitio tiene unos recursos determinados y aquí es donde hay que incidir. Sin unos servicios indispensables, una fiscalidad diferenciada, una visión ambiciosa del potencial forestal, agricultura y ganadería, una inversión económica constante y una gente comprometida, no vamos a lograr nada.
Los pueblos, o el mundo rural, volverán a ser moneda de cambio, pantalla recurrente, eslogan con gancho…, pero seguirán mermando hasta que de tanto querer solucionar un problema consigamos generar una preocupación para las siguientes elecciones, disipada en cuanto comience la legislatura de turno.