Rodeados de valles, picos, laderas, senderos, cuevas, cascadas y cumbres, serpenteamos entre los árboles que nos dan oxígeno y vida, y llena de color nuestras experiencias.
Da la sensación de que este patrimonio natural lo teníamos guardado, y nos daba vergüenza exhibirlo. La ruralidad ha sido durante tiempo un síntoma de atraso e involución, más una garantía que una posibilidad de futuro.
Es ese cambio de postura, al valorar más lo nuestro, lo que está haciendo remover ciertos cimientos. Ante tamaña diversidad, en los pueblos necesitamos el apoyo de entidades, empresas y administraciones que sean capaces de impulsar este escaparate de oportunidades.
En los últimos años, observamos un cambio de tendencia, y estos pequeños grandes atractivos son capaces de medirse con las bestias del patrimonio nacional, algo que nos parecía imposible. A esto ha ayudado la tecnología, el movimiento de las redes sociales y, una mayor sensibilidad y querencia de quienes hacemos nuestra vida por estos lares.
Sin embargo, para posicionarse bien en el complicado mundo del turismo, nos hacen falta servicios, infraestructuras y soportes en los que todavía estamos muy verdes. La fibra óptica e incluso la conexión a internet sigue siendo una utopía en enclaves de este territorio, que engloba términos de Burgos, Soria y La Rioja, con una orografía complicada, con sistemas de comunicaciones, apuntalados desde postes y torretas. Faltan empresas de turismo activo, capaces de ofertar una serie de actividades que hoy dispensables para el movimiento de los visitantes.
Para muchos de quienes, a lo largo del año, deciden fijar su visita temporal en el territorio Pinares, esta zona sigue siendo un descubrimiento. Debemos de lograr que esa afluencia, lejos de ser masiva y descontrolada, pueda convertirse en una costumbre, y esto es un trabajo de todos desde ayuntamientos, asociaciones, vecinos y gente vinculada a la zona. Si no promocionamos y asentamos bien lo nuestro, no lograremos el objetivo.
Se hace prioritaria la unión, trabajar más en conjunto. Nos sentimos el ombligo del mundo, y no lo compartimos con los vecinos. Alguien está moviendo algo bien. Vamos a hacerlo más grande.