En los años 80 fui un niño feliz. Creo que el más feliz sobre la faz de la tierra. Recuerdo con mucho cariño aquellas tardes de crudo invierno después de clase en el maravilloso e inolvidable Colegio San José de Salas de los Infantes. Después de jugar a la guerra entre el frío, la nieve y el hielo, mis hermanos y yo regresábamos caminando hasta la acogedora casa de la abuela Tere. Llegábamos exhaustos, nerviosos y hambrientos pero felices porque la casa de la abuela era como un parque de atracciones divertido y desafiante. Después de comer, a veces con pocas ganas, la “Tere” nos soltaba como fieras salvajes en su tiendita de barrio para que eligiéramos los dulces que más nos gustaban. Teníamos ciertas limitaciones, pero en cuanto se despistaba arramplábamos como si no hubiera un mañana con varios tigretones, panteras rosas y bollicaos, que eran los pastelitos típicos del momento. Después llegaba la sobremesa. Y no una sobremesa cualquiera porque nos sentábamos al calor del brasero para disfrutar de los dibujos animados. No había internet, ni móviles o tabletas y tampoco hacía falta. Era la 1 o la 2. Y nosotros escogíamos la 2. Y así era como aquella caja “mágica” nos transportaba viajando a través de nuestra imaginación que se empapaba de nuestros sueños e ilusiones. Adorábamos la serie japonesa “Campeones”que retrataba de forma magistral y con grandes efectos especiales la lucha futbolística entre Oliver Atton, Mark Lenders y el Portero Benji Price. Mis hermanos y yo también disfrutábamos muchísimo con “David el Gnomo” que está considerada una de las grandes series de animación de todos los tiempos. Era española y narraba las aventuras de David y su familia y su lucha contra los trolls y eran dibujos que nos enseñaron valores tan importantes como el amor, la amistad y la lucha el cuidado de la naturaleza. Y por último, porque sería imposible hablar de todos los “dibus” de la época en un solo artículo, yo me quedaría con la serie producida por Marvel de “Dragones y Mazmorras”, magnífica e inolvidable serie de animación que se basaba en el popular juego de rol Dungeons and Dragons. Se estrenó en nuestro país en 1985 y habla de varios amigos que se transforman en super héroes para luchar así contra el mal. Tras la diversión llegaba la calma. Descansábamos para después volver al cole sabiendo que al día siguiente regresaríamos a la misma hora a la casa mágica de la abuela Tere para vivir una nueva aventura en compañía de los mejores dibujos animados de los 80.
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