jueves. 21.11.2024

La historia de Juan Carlos, un adolescente durante la movida de los ochenta.

Juan Carlos es un asturiano de carácter recio y sonrisa bondadosa al que conocí hace ya muchos años durante uno de mis paseos por la Plaza del Cid de Burgos. Con él he compartido multitud de batallas en bancos improvisados y todo tipo de cafeterías de la que fue y siempre será la Cabeza de Castilla. El “Astur” porque así es como le gusta que le llamen, nació en 1968 en la majestuosa y siempre imponente ciudad de Oviedo. Vivió sus primeros años de adolescencia coincidiendo con el comienzo de la Democracia. Una etapa donde la libertad, a veces mal entendida y gestionada, llegó a España devorando viejas reglas no siempre bien escritas para darle alas a una juventud que necesitaba salir, divertirse, relacionarse, experimentar y disfrutar como si no hubiera un mañana. La música imponía sus reglas y se expandía, como un incendio sin control, devorando pueblos, barrios y ciudades enteras. Triunfaban el Heavy Metal y el Rock, al mismo tiempo que el Punk y también el Pop. Cada día aparecían nuevos grupos con propuestas diferentes, innovadoras y muy frescas cuya música se consumía y se compartía sin control, horarios o cadenas. El, como tantos otros jóvenes de aquella época, se rebeló buscando ser protagonista de un momento salvaje que se dejó llevar por el frenesí de una diversión que, a priori, no tenía límites o restricciones. Y en ese desenfreno loco, Juan Carlos comenzó a experimentar con todo tipo de drogas creyéndose dueño del mundo y un semidios que podía controlarlo todo. Comenzó con el alcohol y el tabaco, las peores drogas por estar institucionalizadas, para pasar depués a consumir cantidades ingentes de cocaína, cannabis, LSD y terminar probando la heroína que tantas muertes causó entre la juventud durante aquella época. Hoy el Ástur  ha superado la barrera de los cincuenta. Para su edad y para toda la mierda que le metió al cuerpo el "Guaje" se encuentra de puta madre, o al menos eso es lo que aparenta. Hace apenas unos días tomamos un fantástico café en Casa Ojeda y nos pusimos al día. Juan Carlos, en la actualidad, trabaja como mozo de almcén en una importante empresa de Burgos y colabora con programas para elminar las adicciones. En este campo es toda una instución. Está limpio. Consiguió salir de aquel infiero y hoy en día tiene dos niños y una mujer que le motivan a seguir viviendo siempre con una sonrisa. Las drogas me dijo son una autopista a la autodestrucción. Satanás abriendo la puerta del infierno. Por eso, si te preguntan, di siempre que NO. 

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La historia de Juan Carlos, un adolescente durante la movida de los ochenta.