jueves. 21.11.2024

Recuerdo de los bautizos de antes en nuestros pueblos

El escritor francés Jean de Boufflers solía afirmar que el placer es siempre la flor que florece y el recuerdo es el perfume que perdura. Y es así. Porque en realidad, nuestros recuerdos son huellas etéreas que guarda nuestra memoria y que nos permiten viajar con billete de primera y sin coste alguno a nuestro pasado. Por desgracia, no siempre son recuerdos maravillosos, felices o alegres. Muchas veces son recuerdos tristes, melancólicos, traumáticos o dolorosos que nos ayudan a entender que vivir no siempre es fácil. Mis recuerdos de niñez, casi todos felices, están unidos al Barrio de Costana de Salas de los Infantes. Yo vivía con mis padres y mis dos hermanos en la casita que está justo al lado del histórico Mesón Ricardo, uno de los mejores restaurantes que ha tenido nuestra comarca de pinares. Uno de mis primeros recuerdos me traslada al mes de septiembre de 1982. Yo tenía apenas cuatro años. Mi hermana había nacido tres meses antes y celebrábamos por todo lo alto su bautizo con una gran fiesta familiar. Una de esas grandes fiestas que se vivían antes en los pueblos para celebrar el nacimiento de un nuevo miembro de la familia. El día era soleado y alegre. La gente se arremolinaba en la pequeña plaza donde hoy se celebra la tradicional fiesta de Santa Cecilia. Recuerdo a mis padres saliendo al balcón con sus trajes de gala alegres y sonrientes sosteniendo a un bebé envuelto en un delicado vestidito blanco que no dejaba de llorar. La pequeña plaza, engalanada con flores, estaba abarrotada de vecinos, amigos y curiosos que vitoreaban a la pequeña homenajeada. Tras su presentación en sociedad, los más íntimos comenzaron el lanzamiento de decenas de cohetes que compitieron por alcanzar primero un cielo azul que también quiso sumarse a la fiesta vibrando durante varios minutos al compás de un ruido único, maravilloso y ensordecedor. Después llegó el momento de los momentos con el lanzamiento de cientos de monedas y caramelos para agradecer la presencia del público en un día tan fantástico y especial. Es sin duda alguna uno de mis primeros recuerdos y uno de los más bonitos de mi vida. Un recuerdo inolvidable que me permite entender lo corta que es la vida y lo importante que es vivirla con pasión, con intensidad, con optimismo y también con alegría. Un recuerdo que nos traslada a tiempos pasados en nuestros pueblos con costumbres y tradiciones que seguramente no volverán. 

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