Relativiza tus problemas
El gran escritor francés Antoine de Saint-Exupéry decía que si al franquear una montaña en la dirección de una estrella el viajero se deja absorber demasiado por los problemas de la escalada, se arriesga sin duda alguna a olvidar cuál es la estrella que lo guía. Y es que nuestras vidas amigos míos están llenas de problemas. De piedras, barro y polvo que marcan nuestro camino hacia un mismo objetivo, lograr la felicidad. Pero los problemas lo son menos si aprendemos a relativizarlos. A entender, aunque sea difícil, que están ahí para guiarnos mientras nos desafían a seguir viviendo a pesar de la lluvia, el viento, el frío y la humedad que siente nuestro corazón. Stanislaw Lec afirmaba que cuando el agua te llegue al cuello, no te preocupes si no es potable. Por eso, cuando tengas un problema, aprende a tolerarlo si no lo puedes controlar. Vive en el presente. No dejes que tu vida penda de un hilo de tiempo traicionero que viaja sin billete entre el pasado y el futuro. En esos tiempos tu no existes y tu problema se hace grande y termina devorándote. Acepta tu vida y acepta cómo eres tú y cómo son las cosas ahora. No necesitas llegar a ninguna meta para disfrutar, saborear y sentir lo que ya tienes en el presente. Aprecia las pequeñas cosas. Un beso, un abrazo, una sonrisa o la brisa del aire acariciando tu piel. cor mucho que luches, que te empeñes, que pongas tu sangre y tu corazón en tus acciones algunos quedarán tirados en el camino. Se consciente de que no podrás ganar todas las batallas, aunque tengas las armas, el valor, la determinación e incluso el ejército apropiado. Pero si podrás decirte el día en que te veas cara a cara con la muerte que lo intentaste. Porque al final amigo mío luchar hasta la extenuación, sin reblar, sin rendirte o sin arrodillarte es, aunque ahora no creas, lo único que verdaderamente cuenta.