Trump juega sus cartas y enciende la mecha contra la globalización política, económica y social
Lo prometió en las elecciones, lo practicó durante su primer mandato y lo ha vuelto a hacer y esta vez a lo grande. El pasado 2 de abril ya forma parte de la historia. Donald Trump desataba una guerra comercial sin precedentes en los últimos cien años. Una hecatombe económica, social y política cuyas consecuencias, a día de hoy, son imprevisibles. Sin embargo, algo parecido ocurrió durante la gran depresión estadounidense. Veamos que sucedió y cuáles fueron sus consecuencias. Corría el año 30, una época en la que USA iniciaba una era de proteccionismo comercial. En junio se promulgaba la Ley de Tarifas, también conocida como Smoot-Hawley. Una ley arancelaria que incrementó enormemente los impuestos a la importación de centenares de productos para proteger los intereses económicos de granjeros y empresas estadounidenses. ¿Por qué y para qué? Pues bien, la respuesta está en lo que sucedió en la década anterior. Los agricultores se habían recuperado en gran medida de la devastación de la Primera Guerra Mundial. Aumentó así la competencia y cayeron los precios. Los campesinos americanos además se habían endeudado para incrementar la producción y se habían convertido en una de las fuerzas laborales más importantes de EE.UU. Presionaron logrando mayor protección con aranceles a productos tan importantes como los huevos, la ropa, el petróleo o el azúcar entre otros. Incrementos que oscilaron entre el 15 y el 40 por ciento. ¿Qué ocurrió después? Pues que a los dos años las importaciones y exportaciones de EE.UU habían caído aproximadamente un 40 por ciento. Canadá y Europa tomaron medidas parecidas y aumentaron los aranceles para una gran parte de los productos estadounidenses. Algunos bancos comenzaron a colapsar, el intercambio comercial global cayó y la economía mundial entró en crisis. Algunos expertos creen que los aranceles castigarán el producto interior bruto y la inflación de los países implicados. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el mundo de hace un siglo poco o nada tiene que ver con el actual. Las consecuencias de estás medidas en el medio plazo todavía están por ver. Las inmediatas, desde luego, dan miedo. Las bolsas se hunden, los bancos tiemblan y la sensación general es de máxima alerta global. Sin embargo, tratándose de Trump cabe esperar que tenga un as en la manga que sólo el conoce en una partida de cartas mundial en la que las reglas del juego han cambiado, para todos, para bien o para mal.