El único arma en la Guerra de Ucrania y en todas las guerras debería ser la solidaridad
No sé si sabían que una de las primeras iniciativas de ayuda humanitaria organizada tuvo lugar en el siglo XIX en Europa. Fue en el año 1859 durante la batalla de Solferino (Italia). El empresario suizo Henri Dunant se dio cuenta de que los solados heridos durante el conflicto eran abandonados a su suerte. A pesar de no tener conocimientos médicos, la solidaridad y la empatía le movieron a ayudar a los heridos sin importarle en qué bando luchaban. El premio nobel de la paz se dio cuenta de que era necesario crear tratados para ayudar y proteger a los soldados heridos durante la guerra. También pensó en que era vital crear un grupo neutral e imparcial de voluntarios para ayudar a las enfermeras durante el conflicto. Fue así como en 1863 creó un comité para analizar cómo podía poner en marcha esta iniciativa para distribuir ayuda humanitaria. Nacía así el Comité Internacional de la Cruz Roja, que impulso la primera convención de Ginebra en 1864. Nacía así el primer tratado internacional para proteger a las víctimas de conflictos armados independientemente de su bando. Tratado que hoy regula el derecho internacional humanitario. Como saben, por desgracia, Rusia y Ucrania están en guerra. Ya hay más de un millón y medio de refugiados en las fronteras de Polonia, Moldavia, Rumanía, Eslovaquia y Hungría. Mujeres, ancianos y niños. Hambrientos, aterrorizados y en muchos casos heridos. Ante tal barbarie, el mundo entero se está movilizando para ayudar a las víctimas de esta guerra. Y es que, como afirmó Aristóteles, la esencia de la vida es servir a otros y hacer el bien. Nuestros pueblos, en un acto de solidaridad sin precedentes, se han movilizado para ayudar humanitariamente a las víctimas de esta guerra. La plataforma de la España Vaciada se ha ofrecido para acoger a refugiados dándoles así una nueva oportunidad. Además, han sido decenas las personas movilizadas para recoger, ordenar y clasificar medicamentos, material sanitario, alimentos no perecederos y ropa térmica con destino a las fronteras. En la histórica localidad de Huerta de Rey se ha llevado a cabo en el edificio de los jubilados y en Covaleda y Duruelo de la Sierra en sus ayuntamientos. En Quintanar de la Sierra se ha encargado de todo la farmacia Reyes y en Navaleno los hermanos Teo. San Leonardo ha movilizado a su parroquia y la empresa de muebles Andrés. En Vinuesa ha sido la carnicería Garrido y en Hontoria del Pinar el supermercado de los hermanos Peñaranda. La guerra continúa. Dejando un rastro de sangre, destrucción y terror. Por eso hoy más que nunca debemos enarbolar una única bandera, la de la solidaridad y el amor por las víctimas de esta y de todas las guerras.